POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 124

El cambiante atlas de Europa

Jesús López-Medel
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La desintegración de la URSS y las guerras de los Balcanes tuvieron como resultado 23 nuevos  Estados entre Europa y Asia. Algunos ya están integrados en la UE, otros se mantienen en la  esfera de influencia de Moscú. La transición democrática no ha acabado para la mayoría. 

Los Reyes Magos habían traído a mi hijo un atlas. La curiosidad me  hizo compararlo con otros antiguos mapas que estaban en casa.  Aunque eran muy sugerentes los cambios en África, mi interés se  centró en el denominado Viejo Continente y que, paradójicamente,  ha sido el más cambiante.

Es fascinante comparar un atlas actual con el que reflejaba la realidad  vigente hace apenas 20 años, remontándome incluso a otros aún más antiguos,  de 1937 y 1941. Entre estos últimos, era particularmente llamativo el  hecho de que bajo el nombre de Alemania estaban incluidos países que, cuatro  años antes, eran Estados independientes, y volverían a serlo tras el fin de  la Segunda Guerra mundial: Polonia, Austria y República Checa. Al mismo  tiempo, en ese segundo atlas resulta expresivo el hecho de que Letonia, Lituania  y Estonia hubiesen perdido su soberanía y estaban dibujados, tras el  pacto germano-soviético de 1939, con el color verde que definía el área de  influencia soviética en los mapas de la época.

Pero es muy recientemente, en menos de 20 años, cuando se pueden visualizar  nítidamente los cambios producidos. Entre ellos, la fragmentación  de Checoslovaquia, un Estado en cierto modo artificial urgido de la doctrina  Wilson en el Tratado de Versalles tras la Primera Guerra mundial. Su separación  en 1993 en República Checa y Eslovaquia se produjo de forma cordial y  nada traumática.

Aparte de este caso, hay que destacar dos hechos históricos que han determinado  el estallido de 23 nuevos Estados que han cambiado el atlas europeo.

El primero…

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