Un fantasma recorre Europa, Estados Unidos, y América Latina, y no es el comunismo, como indicaba el preámbulo del Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels en 1848. Es el fantasma de la polarización que recorre el mundo como una amenaza a la democracia liberal de la mano del populismo y la demagogia de derecha e izquierda. Se le aprecia como una señal de mal funcionamiento del orden establecido e incluso, una crisis de los contratos sociales vigentes. La polarización pareciera ser causa y efecto, lo que dificulta su entendimiento y atención efectiva, lo que a su vez acrecienta el temor que infunde. Este escrito invita a examinar la polarización como un fenómeno que, si bien puede constituir una amenaza a la democracia en varios países de América Latina, plantea la pregunta de si está en condiciones de canalizar tan agudas diferencias. Esta es la preocupación de fondo dadas las precariedades institucionales endémicas de la región
La polarización política no es nueva. Las visiones antagónicas en la sociedad, apelando incluso a la violencia, han sido una constante en la historia de la humanidad y en la formación de las naciones. Sin embargo, las guerras y confrontaciones bélicas como mecanismo de superación de las diferencias han cedido significativamente en los últimos 200 años, igual los homicidios y la criminalidad. En ese tiempo la polarización fue de gran magnitud; condujo a enfrentamientos violentos en el mundo y en América Latina. En esta región, desde las guerras de independencia, pasando por las civiles y los golpes militares, la violencia política fue recurrente, aunque aminoró con la consolidación o tránsito a la democracia. Podría afirmarse que el surgimiento de la democracia y el respeto por los derechos humanos explican la disminución de la confrontación violenta como medio de canalización de ideas y conflictos,…