INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1182

Saludo entre Emmanuel Macron y Donald Trump durante la conferencia de prensa de la Cumbre anual del G7 en Biarritz. 26/08/2019 Bertrand Guay/AFP/Getty

El G7 hace aguas

Sin relación transatlántica, el G7 pierde su razón de ser. Esta es la nota dominante que podemos extraer sobre el confuso aplazamiento por parte de Donald Trump de la reunión de este foro que iba a tener lugar en Camp David del 10 al 12 de junio.
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La nueva cita debería celebrarse en septiembre, pero los planes de Trump de rediseñar la naturaleza de esta organización –reintegrando a Rusia e invitando a nuevos miembros– comprometen su viabilidad. La decisión del presidente de Estados Unidos de cancelar el encuentro se produjo hace pocos días tras una conversación telefónica con Angela Merkel. La falta de sintonía entre los dos líderes es absoluta desde que se conocen. Sus antitéticos estilos y valores evocan el divorcio transatlántico vivido en los últimos años, cuya próxima víctima podría ser el G7.

El grupo que forman los líderes de los países más industrializados del planeta (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) suma el 58% de la riqueza global neta y más del 46% del PIB mundial. La Unión Europea es un invitado a sus reuniones, y Rusia participaba en ellas en formato conocido como G8 hasta marzo de 2014, cuando fue expulsada del foro tras la invasión de Crimea.

Trump lleva tiempo pidiendo el retorno de Vladímir Putin a las reuniones. Los europeos se oponen con más o menos reservas. Reino Unido y Alemania se muestran especialmente reacios. La UE todavía mantiene –al menos hasta el 31 de julio–…

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