POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 218

Josep Piqué en una foto de archivo. GETTY

El legado asiático de Josep Piqué

Josep Piqué fue un ejemplo de diálogo, tolerancia, rigor intelectual y esfuerzo. Y un visionario que introdujo Asia en la política exterior española. Sus mayores satisfacciones profesionales: el Ministerio de Exteriores y esta revista, Política Exterior.
Javier Parrondo
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Conocí a Josep Piqué en 2019 en una de las reuniones de la Fundación Consejo España-Japón –siempre Asia como trasfondo –, de la que fue presidente durante varios años. En 2022 tuvo que cederle el testigo a Ángeles Delgado, presidenta de Fujitsu España, porque la enfermedad le impedía seguir adelante con sus numerosos compromisos y tuvo que reducir su actividad pública. Tras la reunión, se acercó a mi –recién incorporado al puesto que aún ocupo como director de Casa Asia– y con dos palabras, “buen trabajo”, me transmitió una confianza sincera. Así comenzó mi relación profesional con una persona a la que siempre había admirado.

Desde entonces, he compartido más momentos con el exministro Piqué, y siempre me han sorprendido su clarividencia y humildad, pero sobre todo su capacidad para explicar de manera sencilla problemas complejos. Ya decía Albert Einstein: “Si no lo puedes explicar de forma simple, no lo entiendes suficientemente bien”. En su caso, la exposición era comprensible y fluida, sin impostura y, cuando uno le escuchaba hablar, podía seguir no solo su razonamiento lógico, sino también percibir el ruido de su mente discurriendo nuevos argumentos o sosteniendo los que acababa de compartir con su audiencia.

En el aniversario de su muerte es inevitable sentir el vacío que una figura como la suya deja en el panorama político e intelectual español, pero también es una ocasión propicia para poner de relieve su legado, y en particular, su legado asiático, ya que fue él quien, como veremos a continuación, introdujo el continente asiático en el imaginario de la política exterior española. A partir de ahí, permitió ajustar nuestros recursos en el exterior a los desafíos de esta región.

 

Asia, clave en el siglo XXI

Destacaría aquí un debate en el que ambos participamos en 2022 sobre los retos geopolíticos del auge de Asia, en el que defendió, una vez más, la necesidad de apostar por ese continente, nuevo epicentro del orden global, y de reflexionar sobre el posicionamiento que debía tener España para estar a la altura de los desafíos que plantea el continente asiático y no quedar al margen de los grandes cambios que se están produciendo en él, como por ejemplo la rivalidad estratégica entre China y Estados Unidos, la emergencia climática y su impacto en la región, el papel de la inteligencia artificial y la robótica, o el envejecimiento demográfico.

 

«Asia concentra el 60% de la población mundial, el 50% del crecimiento económico y el 34% del PIB global»

 

Dialogamos, en definitiva, en torno a lo que se ha venido a llamar “el siglo de Asia”, una zona del mundo que hoy en día concentra aproximadamente el 60% de la población mundial, el 50% del crecimiento económico y el 34% del PIB global en términos reales, y de sus implicaciones para nuestro país. El acto tuvo lugar con motivo de la publicación del número de octubre-diciembre de 2021 de esta misma revista, a propósito del vigésimo aniversario de Casa Asia. Su enfermedad estaba ya muy avanzada y, por momentos, su voz no era más que un frágil hilo, que sin embargo se expandía por la sala con la solidez de las ideas maduradas con sosiego y prudencia.

Casa Asia es parte de su legado asiático, ya que nació por su empeño personal cuando estuvo al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores. Ese empeño influyó tanto en la ubicación de la Casa, la ciudad de Barcelona, como en su espíritu fundacional: ser un instrumento integrador de Cataluña y sus instituciones en la proyección exterior de España.

Cuando Casa Asia echó a andar en 2001 lo hizo efectivamente impulsada por el propio Piqué, que estuvo al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores de abril de 2000 a julio de 2002, y su equipo, pero sobre todo con el convencimiento de que una iniciativa de este tipo complementaría la apuesta que en esos momentos estaba haciendo el gobierno español por el continente asiático y el Pacífico. En el año 2000 España lanzaba su Plan Marco Asia-Pacífico, dividido en dos tramos bianuales, que permitiría ordenar el mapa de nuestra presencia en la región y, a pesar del retraso comparativo con otros países de nuestro entorno, impulsar el despliegue de España en esa zona del mundo.

Se pusieron entonces las bases de una nueva política exterior que, sin dejar de lado las áreas de presencia natural, como son la Unión Europea, Iberoamérica y el norte de África, se proyectara hacia Asia, abandonando de alguna forma, nuestra tradicional zona de confort. Y más importante aún: ese giro no fue coyuntural, sino que se mantuvo en el tiempo: Asia se ha normalizado entre las áreas de atención preferente de nuestra acción exterior, dejando de ser ese continente lejano y exótico en el que habíamos estado prácticamente ausentes desde la crisis de 1898, para convertirse en una zona con una creciente presencia institucional, atractivo para nuestras empresas y un interés mutuo cada vez mayor entre nuestras sociedades civiles.

 

El Plan Marco, primer impulso

En este sentido, el Plan Marco antes mencionado sirvió de primer impulso para una labor que tuvo continuidad en años sucesivos a través del Plan de Acción Asia y Pacífico (2005-2008), el Plan Asia y Pacífico 3 (2008-2012), la Visión Estratégica para España en Asia (2018-2022), y la Estrategia de Acción Exterior (2021-2024), impulsada por sucesivos gobiernos. Y es que en España, a pesar de nuestra presencia continuada durante más de tres siglos en Filipinas y la proyección que desde esa base tuvimos en el resto de Asia, aún son necesarios lo que que yo llamaría tractores, en este caso un documento escrito como fueron en su momento los Planes Asia-Pacífico y otros posteriores que, utilizando una expresión popular, “tiren del carro” y nos recuerden que es importante estar presentes en el continente asiático y de que éste ha de seguir formando parte de la agenda exterior de España, a riesgo de no participar de los grandes procesos de cambio que se producen a escala global, y que tienen en Asia su eje principal.

En ese legado asiático, Casa Asia ha tenido un papel destacado como principal institución de diplomacia pública hacia el continente asiático desde su creación en 2001, a través de un acuerdo entre el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, al que en 2007 se uniría el Ayuntamiento de Madrid. Desde su nacimiento, la Casa ha complementado la política exterior española, incorporando nuevas miradas procedentes del mundo académico, cultural, empresarial o de la sociedad civil.

El exministro Piqué vio las potencialidades de una estructura como la que hoy representa la Red de Casas, integrada por otras cinco Casas más: Casa de América, Casa Árabe, Casa Africa, Casa Mediterráneo y Centro Sefarad Israel.

Instalando Casa Asia en Barcelona, Piqué pretendía que desde Cataluña se contribuyera a la formulación de la política exterior de España, y que no solo el Estado sino las distintas Comunidades Autónomas y sus municipios, se proyectaran hacia nuevas áreas geográficas. Esta apertura al continente asiático también es, en mi opinión, una consecuencia de la apuesta que en su momento hizo el exministro Piqué.

El viraje asiático del Ministerio de Asuntos Exteriores tuvo indudablemente un impacto sobre las estructuras estatales, pero también se reflejó en otros niveles de gobierno. Afortunadamente hoy son pocas las Comunidades Autónomas o las ciudades de España que no tienen acuerdos de colaboración o hermanamientos con regiones o ciudades asiáticas. Muchas de ellas cuentan incluso con conexiones aéreas directas, como es el caso de Seúl, Shanghái o Pekín, y los ciudadanos de uno y otro continente viajan cada vez con más frecuencia a Asia y España, respectivamente.

 

Gran aumento de vínculos

Los turistas asiáticos, por lo general se alejan del modelo de sol y playa y buscan adentrarse en nuestra cultura y costumbres locales. Los españoles suelen ir a lugares ya consolidados en Asia, como Japón, Tailandia o Bali. La apuesta por Asia fue, por tanto, una apuesta de país que logró permear en las distintas estructuras políticas y administrativas, y en ese sentido, no debería sorprender, por ejemplo, que la Generalitat de Cataluña tenga desde 2009 un Plan Japón, que ya va por su quinta edición, una herramienta de trabajo y coordinación que estructura los esfuerzos entre instituciones japonesas y catalanas; que el gobierno vasco lanzara el pasado año su Euskadi Japón 2023, para dar visibilidad e intensificar las relaciones entre esa comunidad autónoma y Japón, y promover la marca País Vasco en Japón; o que el Ayuntamiento de Barcelona, en colaboración con Casa Asia, publicara en 2022, su Estrategia Asia, en la que hace un mapeo de sus relaciones con las distintas ciudades asiáticas con las que tiene acuerdos, identificando las prioridades para el futuro. Este documento pionero en España, se asemeja en algún sentido al Plan Marco Asia Pacífico, a una escala obviamente menor, y permite posicionar a la ciudad de Barcelona y su área metropolitana en el continente asiático, para establecer y consolidar relaciones en ámbitos como la innovación, la promoción económica, el desarrollo sostenible o el intercambio cultural.

 

«La etapa de Josep Piqué al frente del Ministerio de Exteriores se considera una de las de mayor plenitud y proyección»

 

Otro aspecto fundamental del legado de Josep Piqué fue su conexión con los centros de pensamiento e investigación, en particular sobre Asia, de forma que España pudiera ser partícipe de una reflexión sobre los cambios en un mundo cada vez más interrelacionado y complejo. Ello explica su apuesta por dotar a España de un think tank de referencia, que permitiera una reflexión profunda sobre asuntos de interés en la esfera internacional. Surge así en 2001 el Real Instituto Elcano, que es hoy líder en España en estudios internacionales y estratégicos, y que ha jugado un papel clave en la generación de pensamiento en español sobre los cambios geopolíticos que acontecen en el mundo, sobre todo en el continente asiático. Desde su creación, Elcano ha publicado numerosos informes y estudios sobre acontecimientos relevantes en Asia y sobre todo ha introducido la variable asiática, que apenas ningún centro de pensamiento cubría hasta entonces, en su trabajo diario.

Según reconoció el propio Josep Piqué, sus dos experiencias profesionales más satisfactorias fueron su paso por el Ministerio de Asuntos Exteriores, y su papel como consejero delegado y editor de la Revista Política Exterior. En el primer caso, la época del exministro Piqué se considera una de las de mayor plenitud y proyección en ese Ministerio, y durante la que se sentaron las bases de ese viraje hacia Oriente que permitió posicionarnos en Asia, y al mismo tiempo, anclar la relación transatlántica, como garantía de seguridad frente a amenazas regionales y globales. En el caso de la revista Política Exterior, Piqué aportó su enorme caudal de experiencia y dotó a este proyecto editorial de una nueva estructura, pasando de ser una sociedad anónima a convertirse en una Fundación sin ánimo de lucro, la Fundación Análisis de Política Exterior, para facilitar la captación de financiación externa e incorporar nuevos lectores.

Josep Piqué ha sido ejemplo de diálogo, tolerancia, rigor intelectual y esfuerzo. Su trayectoria, tanto en el sector público como en la empresa privada, es un ejemplo a seguir, y aquellos que compartimos tiempo con él, aunque fuera brevemente, nos sentimos afortunados de haber contribuido a su legado y seguir aprendiendo de él.