Autor: María Ressa
Editorial: Península
Fecha: 2023
Páginas: 416

En defensa de la verdad

El libro de la que fue Premio Nobel de la Paz en 2021, relata cómo las redes sociales, las empresas tecnológicas y sus algoritmos indescifrables han aupado a los populismos al poder y blindado el poder autoritario. La convergencia entre la desinformación y la violencia es una amenaza para cualquier democracia.
Marcos Suárez Sipmann
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El libro Cómo luchar contra un dictador ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar para tu futuro? es la historia de numerosas campañas de desinformación propagadas por las redes. Desde la guerra contra las drogas del presidente Duterte hasta el asalto al Capitolio; desde el Brexit hasta la ciberguerra rusa y china; desde Facebook y el resto de Silicon Valley hasta nuestros propios clics y votos. Las técnicas de manipulación están amparadas por las empresas tecnológicas. Cuenta cómo las democracias mueren ante la violencia continuada y la inmoralidad de los gobernantes, y de cómo una amenaza invisible ha contagiado internet, destruyendo nuestras libertades una a una. Este libro que alerta de un ecosistema social basado en la mentira es una llamada urgente para la toma de conciencia y la protección de nuestras democracias.

Su autora, María Ressa (Manila, 1963) ha dedicado su vida a defender la verdad. La periodista ganó en 2021 el Premio Nobel de la Paz 2021 (junto al también periodista, el ruso Dmitry Muratov). Ese mismo año fue galardonada con el Premio Mundial de la Libertad de Prensa otorgado por la Unesco. Durante cinco años formó parte del consejo directivo de la Global Editors Net (GEN, la red global de directores de periódico). Allí alzó su voz en favor de la libertad de prensa.

Emigró con su familia a EEUU de niña, cuando Ferdinand Marcos declaró la ley marcial en 1972. Su retorno tras estudiar biología molecular en la Universidad de Princeton coincidió con las revueltas populares que derrocaron al dictador en 1986. Lleva casi cuatro décadas siguiendo la actualidad y analizándola. Recuerda que cuando empezó a ejercer el periodismo era una profesión que generaba confianza y cumplía una misión esencial para la democracia. “Ahora y al igual que la democracia, el periodismo y los periodistas –en especial las mujeres– estamos bajo asedio”.

Trabajó en cadenas como la CNN, donde fue responsable de la oficina de Manila y después la de Yakarta, ambas inauguradas por ella. Fue vicepresidenta del canal filipino ABS-CBN. Desde 2012 forma parte del renombrado medio digital Rappler que fundó junto a otras tres mujeres: Glenda Gloria, Chay Hofileña y Beth Frondoso. Las cuatro son para su equipo manangs (hermanas mayores). Fue nombrada persona del año en 2018 por la revista Time.

Ressa fue una firme partidaria de las redes. Hasta 2016. El portal Rappler empezó entonces a exponer el abuso de poder y el creciente autoritarismo en Filipinas. Y la violencia. La ‘guerra contra la droga’ –en realidad la guerra contra los pobres– del gobierno de Rodrigo Duterte se cobró la vida de miles de personas (Amnistía Internacional habla de 27.000 asesinados por la policía). El eufemismo “ejecuciones extrajudiciales” se refiere a la orden de disparar a matar a todo sospechoso de trapicheo o consumo de estupefacientes. Todo aquel que cuestionara la “guerra contra las drogas” era machacado. Rappler y ella misma sufrieron ataques masivos y furibundos. Internet se convirtió en un arma de desinformación.

Las “operaciones de desinformación” y la manipulación ya operaban, en menor medida, en 2014, año en que Rusia ocupó la península de Crimea. El año pasado invadió Ucrania. Las redes sociales están siendo explotadas por el poder político y Rusia, un caso paradigmático, se ha convertido en el guion de los dictadores.

Filipinas tiene unas instituciones débiles y la corrupción es endémica. Se crean profundas redes familiares y de amistad. Una de las razones por las que rápidamente las redes sociales se convirtieran en relevantes. El trabajo de investigación de Ressa y su equipo sacó a la luz las técnicas de desinformación desarrolladas por su gobierno utilizando las nuevas tecnologías para difundir sus mentiras y suscitar la ira y el odio entre sus ciudadanos. Sus principios la llevaron a enfrentarse al presidente Duterte (2016-2022), el mandatario “más poderoso que hemos tenido, quizá más incluso que Ferdinand Marcos”. Rappler siguió funcionando mientras luchaba contra las dificultades y una orden de cierre en los tribunales.

La autora protagonizó el premiado documental Ausencia de verdad (A Thousand Cuts) dirigido por la filipina Ramona Diaz que destapa los crímenes del régimen de Duterte. Ressa sufrió el linchamiento en las redes sociales, amenazas explícitas de muerte (“Usted se cree que por ser periodista está exenta de ser asesinada” una de las perlas del presidente), el asalto por una turba a la Redacción y una condena por “ciberdifamación”, entre una larga serie de demandas. En meses pasados ha sido absuelta de acusaciones de supuesta evasión fiscal y ONGs como Human Rights Watch y Amnistía Internacional piden que se retiren los demás cargos políticamente motivados. Su abogada, la activista Amal Clooney, firma el prólogo del libro.

En 2016 Ressa advirtió en California a las compañías tecnológicas que lo que ocurría en Filipinas, iba a llegar a EEUU y que podía extenderse al mundo. Así fue. El mismo año que ella denunciaba las campañas de odio y manipulación se votó el Brexit y Trump ganó las elecciones presidenciales. Un año después, fue el referéndum de Cataluña. “Se podía ver cómo esos bots rusos estaban influyendo en esas elecciones”. En todos estos procesos hubo campañas en redes sociales para influir en los resultados. La empresa británica Cambridge Analytica, ha quedado demostrado, manipuló a los votantes norteamericanos vía Facebook para polarizar el debate y que apoyasen a Trump. Explica que un informante de Cambridge Analytica, Chris Wylie, afirmó que este tipo de acciones, basadas en mentiras masivas, habían sido probadas antes en Filipinas y Nigeria. Internet y las redes sociales se convertían en un arma.

Hay estudios que indican que el 85-90 % de las personas toman decisiones no basadas en lo que piensan sino en sentimientos. Asimismo está demostrado que en grupo se hacen cosas que no se haría estando solo, como por ejemplo, la violencia en masa. Y esta transcurre de lo virtual al mundo real y viceversa.

Los emojis y los likes no tardaron en llegar. Describe cómo las redes sociales están diseñadas y hace referencia al libro de Shoshana Zuboff, La era del capitalismo de la vigilancia, que refiere cómo las tecnologías ganan dinero modificando la mente y el comportamiento humano.

Con los posts en Facebook las analíticas predictivas crean un modelo –un clon– de la persona. La inteligencia artifical toma toda esa información y la introduce en una “base de datos madre” lo que permite a estas empresas convertirnos en un microobjetivo publicitario.

Entre los muchos algoritmos están también los de agrupamiento (clusters). Posibilitan grupos de posts que quizá nunca se han unido en el pasado:  network clustering. El clustering contribuye a la existencia de teorías de conspiración.

Describe al algoritmo aglutinador de YouTube como creador primigenio de la radicalización estadounidense y de la conspiranoia, de manera automática y a base de recomendaciones de vídeos a los usuarios. Apunta que algo parecido ocurrió con el bolsonarismo victorioso en 2018. Favoreció la demagogia de Viktor Orban contra los inmigrantes. Puede darse en cualquier lugar del planeta.

Lo que en televisión se llamaba sensacionalismo ha mutado al clickbait (ciberanzuelo). La viralidad se ha convertido en objetivo de las redes sociales. La velocidad de propagación es muy alta. Si se prioriza la expansión de mentiras sobre los hechos es como decir “miente y te recompensaré y si lo haces sin parar te recompensaré sin parar”.

Es muy difícil para el periodismo poder competir. Más aun para la investigación seria. Sin embargo, reconoce el papel desempeñado por los medios en el proceso de degradación de la verdad: se contagiaron de la fiebre de las visitas, la viralidad y explotaron los contenidos emocionales. Admite que se equivocaron al permitir el botón de “compartir” en sus páginas web. Cedieron a las redes su relación más directa: el trato con los lectores. Por no mencionar que dieron acceso a datos e información valiosa a las empresas tecnológicas.

Ressa no oculta su escepticismo. En el libro apunta las insidias durante la campaña de Marcos Jr. actual presidente para reescribir la época de represión y autoritarismo de su padre como una época de paz y prosperidad. Su vicepresidenta es Sara Duterte-Carpio, hija del anterior mandatario.

¿Soluciones? A largo plazo, educación en la relevancia de los hechos. A medio, aprobar legislación. Se requiere una visión y un marco democráticos de internet. Más transparencia y una mirada crítica para los algoritmos. Y, desde ya, redefinir el significado de compromiso cívico. Y, ante todo, preservar el buen periodismo en todos los ámbitos.

En todo el mundo sufrimos los mismos problemas de manipulación y la puesta en circulación masiva de fake news. Explica que “por eso necesitamos soluciones globales para los problemas individuales, hay que proteger a la información en la batalla por la verdad”.

Ressa critica que “buscan manipular nuestras emociones y cambiar cómo pensamos”. Y concluye “Sin hechos, no hay verdad; sin esta, no hay confianza. Y sin confianza no hay una realidad compartida. Así, no puede haber elecciones íntegras, pues los votantes están siendo manipulados por el poder. Eso está ocurriendo en todo el mundo”.

Las democracias mueren ante la violencia continua e inmoral de los gobernantes y desvela el futuro que nos espera si no luchamos por nuestras libertades. Esta lúcida reflexión sobre la toxicidad del ecosistema informativo denuncia la complicidad y anima a no rendirse jamás. Transmite la firme idea de que el periodismo debe asentarse en la evidencia y los hechos irrefutables.