Rusia y China se han embarcado en proyectos ambiciosos para integrar la superficie continental de Eurasia. Rusia ha establecido la Unión Económica Euroasiática (UEE), también conocida como la Unión Euroasiática, con la esperanza de crear un bloque geopolítico de dominación rusa. La Unión Euroasiática tiene como objetivo la integración económica entre Rusia, Bielorrusia y Kazajstán. Con un enfoque totalmente diferente, China ha promovido la nueva Ruta de la Seda, una iniciativa que busca utilizar el poder financiero chino para integrar física y económicamente Eurasia. Las dos iniciativas difieren enormemente e, incluso, chocan en muchos aspectos, pero comparten un rasgo importante: el deseo de provocar a los europeos para que piensen más estratégicamente sobre los asuntos y territorios que están fuera de su atención cotidiana.
Existe una preocupación natural entre los europeos sobre los esfuerzos rusos para integrar Eurasia a expensas de la Unión Europea. Tal vez les preocupa más el potencial del poder económico chino para debilitar el soft power europeo y dividir la UE. Los propios esfuerzos de la Unión con la integración euroasiática han degenerado en una especie de caja sorpresa de iniciativas que han confundido y decepcionado a socios potenciales. Para bien o para mal, la UE carece de flexibilidad para invertir políticamente en un solo país, algo que China y Rusia practican. Los instrumentos de Bruselas son burocráticos y están basados en leyes, y la UE ha fallado a menudo para alinear sus esfuerzos de integración con sus objetivos geopolíticos.
Pero esta debilidad también puede ser una fortaleza. Ningún país de Eurasia agradece la dominación rusa o china. A mayor integración regional, mayores son las reservas tanto sobre las influencias y hegemonías como sobre los asuntos de seguridad. Así como Kazajstán teme más la dominación rusa, Mongolia es más precavida con los esfuerzos chinos sobre la…

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