Editorial: Turner
Fecha: 2014
Páginas: 192
Lugar: Madrid

Es la política, ¡estúpidos!

David Runciman
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“Esto no es un problema técnico, sino político”. “Lo que necesitamos no son recursos, es voluntad política”. Estas expresiones son habituales en los análisis sobre la realidad humana, con independencia del campo tratado. El hambre en el mundo, los procesos soberanistas, las crisis de las uniones monetarias, la piratería en el Índico… todo problema militar, económico o cultural común puede resolverse, debe resolverse desde la política. La cosa pública es el terreno de la política. Ahí, en la res publica, los asuntos se tratan debatiendo, discutiendo, decidiendo, pero también imponiendo, coaccionando, consensuando: es decir, haciendo política.

¿De verdad? En estos tiempos de crisis en el mundo desarrollado, la política parece irremediablemente derrotada ante la economía o la tecnología. Por no hablar de los políticos, denostados en todas las latitudes, cabezas de turco de unas sociedades desorientadas y desafectas. ¿Estamos, pues, ante el ocaso de la política?

No, nos dice David Runciman, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Cambridge. “La política importa”, son sus primeras palabras al comienzo de Política, su primer libro traducido al español. Tanto que es la diferencia entre la vida y la muerte, la paz y la guerra. Es decir, entre la próspera y estable Dinamarca y la caótica y miserable Siria. “Lo que distingue a Dinamarca de Siria es la política. La política ha contribuido a que Dinamarca sea lo que es. Y también ha contribuido a que Siria sea lo que es”.

¿Cuál es el núcleo de eso tan importante, la política, piedra angular, clave de bóveda de todo sistema de convivencia? Runciman explica que la política no puede reducirse a un conjunto de instituciones y actores; la política precede a las instituciones y también surge de ellas. Lo que define a la política es la elección y la restricción: todo depende de la interacción contingente entre elección y restricción: restricción en un marco de elección, elección en un marco de restricción. “La política se define tanto por las elecciones colectivas que llevan a grupos de personas a vivir de una determinada manera –expone el politólogo–, como por las obligaciones colectivas que permiten a los ciudadanos elegir la vida que quieren llevar”. Sin verdadera capacidad de elección no hay política.

El libro se divide en tres capítulos. En el primero, el profesor de Cambridge indaga en la característica que define cualquier sociedad política: el control de la violencia. Al reflexionar sobre la violencia, Runciman se pregunta cuál es el origen de la política, qué la distingue de otras actividades y por qué todavía tiene la capacidad de cambiar las cosas.

En el segundo capítulo, el también el columnista de The Guardian se pregunta por el papel reservado a la política ante una revolución tecnológica global como la que vivimos hoy día, cuando su capacidad de cambio frente a la economía o la tecnología es puesta en duda. ¿Qué impacto ejerce la tecnología sobre la política? ¿Y viceversa? “La tecnología suele aparecer a la cabeza, con la política intentando darle alcance –reconoce el autor–. La tecnología es muy difícil de controlar, pero, y eso no ha cambiado, los únicos que pueden controlarla son los políticos”.

En el tercer y último capítulo, el profesor de Cambridge reflexiona sobre la justicia y la ética. Porque si de verdad la política puede cambiar las cosas, ¿por qué toleramos esas diferencias tan abismales entre Estados, entre los mejores y los peores? ¿Por qué no nos esforzamos por lograr que Siria se parezca a Dinamarca? La ética pone en evidencia los límites de la política, reconoce Runciman: “no puede haber justicia sin política, pero la política todavía no satisface las exigencias de la justicia a gran escala”.

¿Lo hará algún día? “La política es el único camino. La política todavía importa”, concluye Runciman.