Brasil es el segundo mayor productor mundial de biocombustibles, después de Estados Unidos. Y cuenta con una ventaja competitiva ante el futuro: basada en la caña de azúcar, su industria es más eficiente que la subsidiada industria del etanol norteamericano, basada en el maíz.
El reciente anuncio de que Royal Dutch Shell y la empresa brasileña Cosan, uno de los mayores productores mundiales de etanol de caña de azúcar, crearán una joint venture valorada en 12.000 millones de dólares que dominará el mercado brasileño de biocarburantes, el más grande del mundo con un consumo de 3.000 millones de litros anuales, demuestra que el sector energético mundial contará con un importante componente de biocombustibles en un futuro previsible.

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