POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 213

Etiopía sale de la guerra; Eritrea, del aislamiento

Tras dos años de guerra, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali, debe aplacar el rechazo interno de varias comunidades al acuerdo de paz y el creciente protagonismo regional de Eritrea.
Antoni Castel
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El acuerdo de paz que puso fin a la guerra de dos años entre el gobierno federal etíope y los rebeldes de la región de Tigray, más de medio año después de su firma en Pretoria a principios de noviembre de 2022, deja tantas luces como sombras. Las luces son el fin de una guerra brutal, en la que se cometieron crímenes contra la humanidad, denunciados por Naciones Unidas, y el despliegue, lento pero sin contratiempos, de un acuerdo que establece el desarme de los rebeldes y el restablecimiento de la autoridad federal en Tigray. Las sombras, el protagonismo regional de Eritrea, que mantiene tropas en Tigray, y las aspiraciones territoriales amharas, que apoyaron con sus milicias al gobierno federal. Políticamente, salen fortalecidos el primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali, y el presidente eritreo, Isaias Afeworki, y muy debilitado el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF).

A las negociaciones del acuerdo, las dos partes, Abiy y el TPLF, llegaron exhaustas tras casi dos años de combates, en los que se violaron las convenciones de guerra. El gobierno federal, pese al apoyo de los soldados eritreos y las milicias amharas, conocidas como fano, se mostraba incapaz de tomar la capital de la región rebelde, Mekele, pese a asediarla y privarla de electricidad y ayuda humanitaria durante un año. Militarmente superior al TPLF, Abiy habría podido continuar la guerra, pero no tomar la capital ni ocupar las zonas montañosas donde los rebeldes gozaban de un amplio apoyo.

El desgaste habría sido enorme en un momento en que arreciaban las críticas, sobre todo de Estados Unidos, acerca de los crímenes de guerra y la violencia sexual cometidos por sus soldados y los aliados eritreos en la toma de algunas ciudades, como Axum, de gran valor simbólico. Para presionar, el secretario de…

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