POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 121

Guatemala se reinventa

Luis Esteban G. Manrique
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Las mafias del narcotráfico y la violencia de las ‘maras’ encabezan la lista de prioridades del nuevo presidente guatemalteco, Álvaro Colom. Su mensaje de desarrollo para las áreas rurales se enfrenta a la realidad de un Estado que apenas recauda el 10 por cien del PIB.

El triunfo en la segunda vuelta de las elecciones guatemaltecas, el 4 de noviembre, del socialdemócrata Álvaro Colom, candidato de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), con el 52,84 por cien de los votos, frente al general retirado Otto Pérez Molina (47,16 por cien) del Partido Patriota (PP), es una evidencia más del giro de América Latina hacia un modelo político de centro-izquierda que se propone aunar el crecimiento económico con una progresiva inclusión social.

Solo por encima de Haití, Guatemala ocupa el puesto más bajo entre los países latinoamericanos en el Índice de Desarrollo Humano 2007 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En los últimos años, el país no registra apenas cambios en su posición (118 entre 177 países). Además de destacar la disparidad entre la población indígena y la no indígena (el 60 por cien de la población es de etnia maya-quiché, pero entre 1985 y 2002 el porcentaje de diputados indígenas osciló entre el 5,2 y el 12,4 por cien), el último informe del PNUD señala que Guatemala destina apenas 1,3 por cien de su PIB a la educación, la mitad de lo que dedican países como Perú o Ecuador. En fechas tan recientes como 1998, Guatemala gastó 10 veces más en las fuerzas armadas que en alfabetización.

El último resultado electoral reflejó de nuevo la persistente división demográfica entre guatemaltecos blancos (ladinos), la mayoría en la capital, y los indígenas mayas de las provincias rurales. Colom, un ingeniero de 56 años que presentaba su candidatura…

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