A sus cien años, Henry Kissinger se convirtió en un experto en Inteligencia Artificial. El que ya es considerado como uno de los mejores estadistas de su tiempo, dedicó a esta cuestión las últimas energías de su vida. No es para menos. La IA es un invento capaz de revolucionar la vida humana, al mismo nivel que el fuego, la electricidad, la imprenta y la energía atómica.
Genesis: Artificial Intelligence, Hope, and the Human Spirit
Henry A. Kissinger, Craig Mundie y Eric Schmidt
Little Brown and Company, NY, 2025
288 págs.
En 2018, a los 95 años, Kissinger sorprendió escribiendo un ensayo sobre IA en la revista Atlantic. Este libro está escrito junto con Craig Mundie (antiguo director de investigación de Microsoft) y Eric Schmidt.
Kissinger lo vio claro y la gran prueba del éxito es la adopción masiva de ChatGPT dos años después de su lanzamiento. En 2024, ChatGPT está entre las diez webs más visitadas del mundo, y eso es un claro síntoma de fortaleza. Hay empresas que restringen su uso por miedo a la fuga de datos confidenciales, y hacen bien en tenerle cierto respeto.
Kissinger destaca la importancia de no “bajar la guardia” como civilización o especie ante esta disruptiva tecnología, pero su tono es de sobrio optimismo. Tiene claro que la IA ampliará las fronteras del descubrimiento, desde la nanotecnología hasta el espacio exterior, y no se verá constreñida por los miedos humanos o las limitaciones biológicas. El desarrollo de la IA –asegura– podría ser el mayor logro de la humanidad.
«La IA puede cambiar la vida, como el fuego, la electricidad, la imprenta o la energía atómica. Puede ser el mayor invento de la humanidad»
Para ello, sin embargo, hace falta un consenso universal sobre la ética de los algoritmos. Y ahí la cosa se complica, máxime en un mundo tan polarizado como el de 2025. ¿Quién debe decidir el sentido del bien y del mal de las máquinas?
Genesis afirma que forjar un consenso sobre cuáles son los valores humanos y cómo invocarlos para prevenir los peligros más extremos de la IA es la tarea filosófica, diplomática y jurídica del siglo.
El problema, por tanto, no son las limitaciones técnicas de la IA sino la ética que debe gobernar esta herramienta. Encontrar la forma de infundir a la IA un sentido de dignidad y valores humanos, algo que a su juicio no es imposible. “Además de asimilar las normas y reglamentos globales y locales, los modelos de IA aprenderán códigos humanos no escritos y superpuestos que, en general, mantienen estable a la humanidad”.
El libro sostiene que la IA amenaza algunas de las convicciones más firmes de la humanidad. La gente cree en un orden jerárquico: los humanos, los animales y las máquinas. La IA podría elevar a las máquinas a lo más alto de la jerarquía. Las personas se identifican por naciones, pero en la era de la IA, las empresas privadas que posean y desarrollen tecnología de IA podrían tener un poder similar al de la soberanía.
El trabajo ayuda a conformar la identidad humana, pero la IA reformulará el papel del trabajo y la distribución de las recompensas. Las guerras se librarán entre enemigos implacables que no sienten dolor (como consuelo, puede que prefieran atacar los centros de datos del otro en lugar de a las personas). La gente cree en el poder de la razón, pero sigue sin entender cómo llegan a sus conclusiones los grandes modelos lingüísticos. ¿Se trata de una “iluminación oscura”, que traerá de vuelta una era de autoridad inexplicable, casi religiosa?
«La gente cree en un orden jerárquico: los humanos, los animales y las máquinas. La IA podría elevar a las máquinas a lo más alto de la jerarquía»
Son muchos los interrogantes que se plantean, pero pueden resumirse en una pregunta clave: ¿Debe la IA parecerse más a los humanos o deben los humanos parecerse más a la IA? Dicho de otro modo: ¿Debemos controlar la IA o ser controlados por ella?
Es el gran reto que nos deja una persona a la que en la introducción se le define como “estudiante del siglo XIX, maestro del XX y oráculo del XXI”. Despejar los peligros y maximizar los beneficios de la IA es hoy la gran tarea de nuestros días.