No parece casual que el anuncio simultáneo por Barack Obama y Raúl Castro de que sus países restablecerán las relaciones diplomáticas, rotas en 1962, haya coincidido con la más grave crisis económica de Venezuela en los 14 años de régimen chavista, lo que pone en riesgo los envíos de crudo venezolano a la isla a través del programa Petrocaribe, insostenible para el gobierno de Caracas en las condiciones actuales.
Si el deshielo lleva a un levantamiento del embargo a Cuba, lo que requiere la aprobación del Congreso de Estados Unidos, los previsibles flujos de inversiones mitigarán la ruptura del cordón umbilical energético que une Cuba con Venezuela.
Las envíos de 100.000 barriles diarios de petróleo venezolano a Cuba equivalen a unos 5.000 millones de dólares anuales. EE UU es el único sustituto posible a esos flujos de capital. Cuba recibe ya alrededor de 2.000 millones de dólares al año en remesas de cubanos residentes en EE UU y 1.000 millones más por comercio y turismo. El acercamiento multiplicaría esas cifras.
La caída del crudo de la cesta venezolana, hoy en alrededor de 60 dólares el barril, pone en peligro todo el entramado del poder chavista. La popularidad de Nicolás Maduro ronda el 30%. Según las encuestas, la autodefinición como chavista cayó desde el 44% de 2012 a menos del 25% actual.
Dado que las exportaciones de petróleo suponen el 96% del total, por cada dólar que baja el crudo, el país pierde unos 720 millones de dólares al año. El ministro de Exteriores de Venezuela, Rafael Ramírez, salió de la última reunión de la OPEP visiblemente contrariado. Días antes, había declarado que el asunto a discutir en Viena no era la reducción, sino “cuánta reducción”.
Según la consultora Capital Economics, la economía se contraerá este…

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