POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 169

Juncker en un plenario del Parlamento Europeo (Estrasburgo, 16 de diciembre de 2015). UE

Juncker, no es momento para lo de siempre

Tras año y medio como presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker ve frenado su empeño en galvanizar el ejecutivo comunitario por una concatenación de crisis internas que han llegado a poner en duda la viabilidad del proyecto europeo.
Salvador Llaudes
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El 15 de julio de 2014, tras una votación en el Parlamento Europeo donde logró el apoyo de 422 de los 751 europarlamentarios, Jean-Claude Juncker se convirtió en presidente de la Comisión Europea. Sucedía al portugués José Manuel Durão Barroso, quien tuvo el liderazgo del ejecutivo europeo durante dos mandatos.

¿Quién es Juncker y cómo llega a la presidencia de la Comisión? Nuestro protagonista es un luxemburgués con una amplia trayectoria tanto en su país como en las instituciones comunitarias. Este político socialcristiano fue ministro de Finanzas de Luxemburgo durante 20 años, primer ministro de su país durante casi otros 20 y presidente del Eurogrupo aproximadamente una década.

Juncker concurrió a las primarias del Partido Popular Europeo y venció a Michel Barnier, a la sazón comisario de la poderosa cartera de Mercado Interior. Desde entonces, inició una campaña electoral en la que se llegó a decir que lo que Juncker quería realmente no era hacerse con la presidencia de la Comisión, un puesto que le requeriría mucho trabajo diario, sino algo con unas características más simbólicas para esta última fase de su carrera política, como podría haber sido la presidencia del Consejo Europeo. Dicho cargo, con menos competencias y margen de maniobra, finalmente cayó en las manos del anterior primer ministro de Polonia, Donald Tusk.

Meses antes de la llegada de Tusk a la presidencia del Consejo Europeo, y en un contexto de grave crisis económica y de desafección ciudadana con el proyecto comunitario, se celebraron las elecciones al Parlamento Europeo. Los resultados de los comicios celebrados en mayo de 2014 confirmaron los peores augurios de los barómetros de opinión: en algunos países tan relevantes como Francia o Reino Unido ganaron fuerzas eurófobas. Se trataba de un momento histórico, en el que los contrarios al proyecto común tenían más poder…

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