La reciente aprobación por el Senado de Estados Unidos (68 votos contra 32) de una ley que, en los próximos cinco años, dirigirá 250.000 millones de dólares a I+D en sectores tecnológicos estratégicos ha sido la primera consecuencia de la escasez de semiconductores en el mercado global por la convergencia de una serie de factores adversos. La situación ha puesto en evidencia los cuellos de botella de las cadenas de suministro de productos imprescindibles para las economías modernas: tarjetas gráficas, equipos médicos, sensores…
En los últimos meses, Ford, Daimler, Renault o Toyota, entre otros, han tenido que ralentizar su producción y recortar sus horarios laborales por falta de semiconductores. Volkswagen, el mayor fabricante mundial, produjo 100.000 vehículos menos en el primer trimestre por falta de chips.
Hasta ahora, los fabricantes no eran muy conscientes de su vulnerabilidad ante las alteraciones de sus cadenas de suministro. Pero en 2020 y 2021…

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