POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 36

La Europa movediza

El 1 de noviembre de 1993, la UE se convirtió, por fin, en un hecho. Ahora es el momento de estudiar la manera en que el tratado de Maastricht puede hacer que sean más eficaces las acciones de la Comunidad y su papel en el proceso de integración.
Antonio Remiro Brotóns
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Finalmente, el 1 de noviembre de 1993, la Unión Europea nació  bajo la advocación de todos los santos. Pero el calendario  conmemora el día después a todos los difuntos. ¿Será acaso una  premonición del destino inmediato de la Unión? Jamás un tratado llamado a tan grandes obras ha entrado en vigor con menos ilusión y hasta  podría decirse que, más que el arcángel que anuncia la buena nueva,  sobre él cabalga el mensajero de la parca.  

En las páginas que siguen pretendo sólo compartir con el lector  algunas consideraciones sobre el TUE desde una doble perspectiva: su  capacidad para hacer la acción comunitaria más eficaz a partir de una  mayor legitimidad y su papel en el devenir de la unificación europea.  

  1. Sea cual sea la opinión que merezca la viabilidad de una  integración europea más allá del ámbito económico, el modelo adoptado  por las Comunidades ha resultado ser, como prueban las sucesivas  revisiones de los tratados constitutivos, manifiestamente mejorable y aún  ahora, tras la entrada en vigor del TUE, las posibilidades del método en el  actual marco comunitario están muy lejos de haber sido agotadas.  

Desde el punto de vista del equilibrio institucional y del régimen de  adopción de decisiones, el Consejo Europeo Extraordinario de Dublín  (abril de 1990) marcó como directriz (al poner en marcha el proceso que  dio en el tratado), el fortalecimiento de la legitimidad democrática, de  manera que la Comunidad y sus instituciones pudieran responder con  efectividad y eficacia a lo exigido por la nueva situación. Tal como fue  expresado, diríase que el Consejo, en su sabiduría, entendió que la  eficacia fluye naturalmente de la legitimidad acrecida de las  instituciones, una conclusión seguramente cierta en la medida en que  legitimidad supone participación, genuina representación y apoyo  sustancial para las decisiones. Sin embargo, en el juego corto…

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