El 10 de septiembre de 2025, cuando Tyler Robinson disparó contra Charlie Kirk en el campus de la Universidad del Valle de Utah, no solo asesinó al fundador de Turning Point USA. La respuesta fue inmediata y coordinada. Antes de conocerse los resultados de la investigación, Donald Trump culpó a la “izquierda radical”: “Durante años han comparado a maravillosos estadounidenses como Charlie con nazis y los peores asesinos en masa del mundo”. En Reino Unido, Nigel Farage escribió una columna en Daily Mail titulada “La izquierda intentó silenciar” y publicó contenido sobre Kirk. En Francia, mientras Marine Le Pen se limitaba a expresar “el horror” que le inspiraba “el asesinato de un joven padre de familia”, Jordan Bardella de Rassemblement National (RN) fue más explícito: rindió homenaje al “influyente militante de derecha americano” y denunció “la retórica deshumanizante de la izquierda”. En Alemania, Alice Weidel de AfD condenó en el Bundestag “las reacciones maliciosas y despreciables” al asesinato. No fueron expresiones espontáneas de pesar. Fue la activación de una red transnacional perfectamente sincronizada.
El Martin Luther King de la derecha
Pero lo verdaderamente revelador llegó días después, cuando medios conservadores estadounidenses comenzaron a presentar a Kirk como “el Martin Luther King de la derecha”. La comparación no es accidental ni irreflexiva. Es la culminación de una estrategia de décadas: la apropiación del lenguaje emancipatorio para defender el privilegio. Porque Kirk, según esta narrativa, también fue “asesinado en público” y se consideraba “un activista por los derechos civiles”, portavoz de un grupo oprimido: la gente blanca.
«Como King, Kirk fue asesinado en público, es un activista por los derechos civiles y portavoz de un grupo oprimido: la gente blanca»
Esta inversión orwelliana del discurso de los derechos civiles tiene raíces profundas. La acción afirmativa, diseñada en…

La extrema derecha sincronizada