Cuando se analiza la cuestión del agua en el Mediterráneo, lo que primero salta a la vista es el contraste Norte-Sur en las cifras globales relativas a los componentes del ciclo del agua en la cuenca mediterránea, como ilustra la siguiente tabla:

La comparación entre Norte y Sur pone de relieve claros contrastes (en porcentaje del total):

Todo esto se refleja en la disparidad en cuanto a recursos de agua reciclable expresados por habitante. En efecto, las proporciones se escalonan, según los países, de los más de 15.000 m3/año (Albania) a menos de 1.000 m3/año (Argelia, Israel, Túnez, Libia) o incluso menos de 200 m3/año en el caso extremo (Malta).
Hay que tener presente estos datos a la hora de establecer el balance de la demanda total de agua y las previsiones de dicha demanda. Por demanda de agua se entiende lo que se toma para irrigación, alimentación con agua potable y las deducciones industriales directas.
La valoración en cifras de la demanda de agua con respecto a los recursos permite apreciar los índices de explotación y de consumo. El índice de explotación es la relación entre las deducciones totales de agua y los recursos naturales globales de agua. El índice de consumo, por su parte, es la relación entre las cantidades de agua consumidas por los usuarios (y que, por tanto, no regresan al medio terrestre) y los recursos hídricos globales. Entre el norte y el sur mediterráneos, estos macroíndices son los siguientes.

La comparación entre países resulta aún más sorprendente. Así, mientras que el índice de explotación no supera el umbral del dos por cien en Yugoslavia, es del 106 por cien en Israel.
Todas estas desigualdades en términos de recursos y de demandas van a determinar las futuras estrategias de explotación que van del laisser-faire (donde los…

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