En paralelo con la transición política a mediados de los años setenta, se inició en España un profundo proceso de transformación de la banca. La entrada en el país de entidades extranjeras, la liberalización operativa de las cajas de ahorro, las fusiones, el lanzamiento de nuevos productos financieros y el relevo generacional en las cúpulas directivas dieron lugar a un modelo de banca minorista internacionalmente reconocida.
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