La llegada de los Hermanos Musulmanes al poder es una de las mayores pruebas para el islamismo político en el mundo árabe. El diseño del nuevo Egipto dependerá de sus pactos con los militares.
El periodo de transición que se abrió en Egipto con la renuncia de Hosni Mubarak, el 11 de febrero de 2011, ha otorgado al islamismo político un papel clave en el diseño de la nueva arquitectura institucional del país. Después de décadas de represión y ostracismo, las urnas han confirmado en diversas ocasiones las predicciones de la mayoría de expertos sobre la popularidad de este movimiento ideológico. El caso de Egipto no es aislado. Las experiencias de otros países de la región atestiguan que la ascensión del islamismo no es un fenómeno coyuntural, sino que responde a un movimiento de fondo en las sociedades del mundo árabe e islámico.
La victoria de Mohamed Morsi, el candidato de los Hermanos Musulmanes, en las primeras elecciones presidenciales libres en Egipto representa un hito histórico para el islamismo. No en vano, Hassan el Banna, el fundador de la Hermandad, está considerado el padre del islamismo político moderno. Además, por su historia y peso demográfico, Egipto ejerce una enorme influencia sobre el resto del mundo árabe. No obstante, a causa de la naturaleza contenciosa de la transición egipcia, no está claro aún cuáles serán los poderes reales de Morsi, ni tampoco si su presidencia durará cuatro años, o solo hasta la aprobación de la nueva Constitución. En todo caso, es evidente que el islamismo egipcio posee…

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