POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 5

La necesaria continuidad en el liderazgo de Estados Unidos

Helmut Schmidt
 | 

A mi juicio, el mundo se encamina hacia una recesión en 1988. Los tres máximos responsables –los Gobiernos de Washington, Bonn y Tokio– no comprenden la enorme importancia que su comportamiento reviste para la economía mundial ni cómo actuar en consecuencia. No he visto medidas efectivas adoptadas por el Congreso, por ejemplo, para reducir el presupuesto: tan sólo tímidos intentos. ¿Se convertirá la recesión en depresión? No lo creo: los ciudadanos de Norteamérica y de Europa saben al menos lo que los Gobiernos deben hacer. La clase política recuerda los años 1929 a 1931, lo que hace improbable una depresión. Pero yo no la excluyo, pues la estupidez de un Gobierno nunca debería subestimarse. Ni en América ni en Alemania se ha producido aún el debate sobre lo que debería hacerse.

Puesto que estoy interesado principalmente en el comportamiento internacional de los Estados Unidos, no he seguido los debates de la campaña presidencial, centrados en los problemas internos. Pero me sentiría profundamente interesado si los candidatos explorasen los sectores inter- nacionales en los que Norteamérica debería ejercer su liderazgo. Desgraciadamente, los candidatos no parecen estar mejor preparados que Ronald Reagan en 1980 y Jimmy Carter en 1976; ambos. tuvieron que aprender sobre la marcha.

Por regla general, el sistema parlamentario y sus gabinetes producen primeros ministros mejor preparados. El papel del gabinete de los Estados Unidos es posar ante las cámaras. Un auténtico debate en el seno del gabinete ministerial produce un análisis más minucioso de los problemas. La televisión no ha mejorado las cosas, pues la gente tiende a elegir a los políticos guiándose por su apariencia en la pantalla. Por supuesto, el sistema presidencial ha funcionado bien durante más de doscientos años y ha permitido a los Estados Unidos mantener un Gobierno muy estable. Pero la otra cara…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO