Autor: Haouès Seniguer
Editorial: Éditions Le Bord de l'eau
Fecha: 2022
Páginas: 282

La república autoritaria

La lucha contra la amenaza terrorista, y sobre todo, el esfuerzo de restringir cualquier actividad que pueda conducir a ella, nos lleva a la pregunta, ¿Se ha convertido la República francesa en un régimen autoritario para regular el campo islámico francés? Seniguer estudia el período de 2015-2022, las oleadas de atentados terroristas y la respuesta articulada en las políticas estatales francesas.
Moussa Bourekba
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¿Se ha convertido la República francesa en un régimen autoritario con el pretexto de querer regular el campo islámico francés? Esta es la pregunta que intenta responder el politólogo Haouès Seniguer mediante un sólido análisis que se centra en un período concreto: los años 2015-2022, que se abren con una nueva oleada de atentados terroristas (Charlie Hebdo, Bataclan) y terminan con el final del primer mandato del presidente francés, Emmanuel Macron.

Durante el período estudiado, el autor pone de relieve el arraigo de cierto relato (supuestamente) republicano que señala la inquietante visibilidad de los musulmanes, pretende remediar su arcaísmo y les insta a abandonar sus particularidades para integrarse mejor. Estos discursos justifican, a su vez, un conjunto de prácticas y mecanismos –también supuestamente republicanos– destinados a controlar el culto musulmán y, por lo tanto, a disciplinar a los ciudadanos franceses de confesión musulmana. Esta doble dinámica, en la teoría y en la práctica, sería el fundamento de lo que Haouès Seniguer denomina “república autoritaria”.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, el autor no sostiene la tesis de que estemos asistiendo al advenimiento de una sociedad islamófoba como tal. Según él, por lo tanto, no hay islamofobia de Estado: por un lado, no hay un relato estructurado y coherente contra el islam de Francia y, por otro lado, las prácticas analizadas no responden a una “cábala antimusulmana” organizada desde arriba y sistemática. Además, Haouès Seniguer argumenta que muchos miembros de la administración y la alta administración han demostrado que escuchan y dialogan con varios actores del espectro musulmán francés. En este sentido, apoya la tesis de que el intervencionismo estatal en el campo islámico francés se debe en parte a su liberalización y fragmentación. Pero hay otros factores que explican este estado de cosas, y son precisamente estos factores –coyunturales y estructurales– los que el autor se propone examinar en su libro.

Haoues Seniguer demuestra así que asistimos no tanto a una crisis del islam en el seno de la República como a una crisis del republicanismo que desemboca en una obsesión por el islam francés. Para ello, escruta un conjunto de leyes, circulares y dispositivos con un objetivo: demostrar que la actual retórica republicana intenta determinar lo que es moral, progresista, bueno y justo. El lector puede ver así hasta qué punto estas estrechas concepciones de la República y del laicismo –anteriormente limitadas a los extremos– han terminado por conquistar el espectro político francés. En este sentido, la influencia de la Primavera Republicana está ampliamente estudiada.

Pero el mérito de este trabajo radica ciertamente en la forma en que el autor articula estos argumentos en torno a un fenómeno central: la lógica de la sospecha generalizada hacia los musulmanes. Aunque esta lógica prevalece ya desde hace dos décadas, el período aquí analizado destaca hasta qué punto la última oleada de ataques, iniciada en 2015, amplificó esta dinámica. Muestra así la manera en que la amenaza, inicialmente limitada a los yihadistas, se amplió gradualmente hasta incluir categorías confusas y a menudo indefinidas como los “radicalizados”, los “rigoristas”, los “salafistas” o incluso los “islamistas”.

Desde este punto de vista, la cuestionable y discutida tesis de una continuidad entre el rigor religioso y la radicalización violenta desempeñó un papel clave tanto bajo François Hollande como durante el primer mandato de Emmanuel Macron. Así, en nombre de la lucha contra el terrorismo, la República ha impulsado toda una serie de medidas destinadas a prevenir la amenaza terrorista: la pérdida de la nacionalidad dirigida a los que tienen doble nacionalidad; el estado de alarma (2015) y los registros administrativos a los que dio lugar. La “ley del separatismo” o la Carta de los principios del Islam en Francia (2021) son cuidadosamente diseccionados por el politólogo para demostrar que el cambio semántico (terrorista, riguroso, islamista) anticipa en realidad el advenimiento de una verdadera policía del pensamiento.

Se trata, nos dice el autor del libro, no solo de luchar contra la amenaza terrorista, sino también y sobre todo de restringir cualquier actividad que pueda conducir a ella. En otras palabras, la idea de que el rigorismo religioso constituye la antesala del yihadismo ha permitido aplicar una serie de medidas legislativas y dispositivos de seguridad cuyo fin es “vigilar, controlar y sancionar” en nombre de la salvaguardia de la República. Así, la lucha contra el terrorismo justifica, a su vez, la necesidad de promover un islam “discreto” en términos de visibilidad, acrítico en su relación con la República y con el poder en general, y en ósmosis con el “progreso moral” definido por el poder de turno.

En el fondo, argumenta Haouès Seniguer, Francia se enfrenta a un auténtico pánico moral que reclama una especie de “cruzada moral”, que basada en un relato republicano que propugna la domesticación del islam en Francia y se nutre de medidas destinadas a definir las condiciones –materiales, institucionales e incluso cognitivas– de un islam aceptable. Visto desde este ángulo, ¿cómo no ver una institucionalización de la islamofobia en Francia? Quizá habría merecido la pena que la obra insistiera en la conclusión sobre este punto, discutido al principio por el autor.