Túnez es un país fundamentalmente mediterráneo cuya larga y rica historia nos ayuda a entender no solo su pasado, sino también su presente y, en alguna medida, su futuro. Su posición geográfica en el corazón del Mediterráneo ha jugado siempre un papel estratégico. De hecho, con la punta de lanza hacia Europa del cabo Bon, que intenta enlazar con Sicilia y la punta calabresa de la bota italiana, divide el Mediterráneo entre sus dos cuencas.
Su costa Este mira claramente hacia Oriente en el amplio Golfo de Gabes; la costa Norte, desde el amplio golfo de Túnez y aún más desde Bizerta, mira hacia Europa y hacia Occidente. Túnez ha recibido así una clara influencia de distintas culturas y civilizaciones en la antigüedad, desde la antigua bereber a la púnica y la romana. Luego, fundamentalmente ha sido la árabe la que ha sellado su carácter. Se le suman después incursiones e influencias culturales importantes como la gran huella de la emigración andalusí, tan apreciada por los tunecinos, el largo dominio otomano o la influencia del protectorado francés, que nos introduce en la época moderna y contemporánea.
El papel de Túnez siempre ha sido crucial, y se ha desarrollado entre varios mundos. Cuando San Luis Rey de Francia desvía la octava cruzada de su objetivo hacia Tierra Santa para intentar invadir Túnez, defienden al rey hafsida de Túnez, aparte de sus tropas musulmanas, las que permanentemente tenía allí la Corona de Aragón, que cumplen defendiendo a su aliado tunecino y musulmán frente al invasor del santo rey cristiano francés.
Tras la corta dominación española en esa época, Túnez, país profundamente musulmán a todos los efectos, cae definitivamente del lado del Imperio Otomano en la pugna del imperio turco con el español por el dominio del mundo mediterráneo. Túnez consiguió luego…