POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 219

La sociedad americana frente al espejo

Sostiene Desmon que EEUU ha priorizado la máxima acumulación de riqueza para unos pocos y cosas baratas para la mayoría.
Ruth Ferrero-Turrión
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El sociólogo Matthew Desmond, ganador del Pulitzer de 2016 por la obra Evicted, ha vuelto a abrir el debate sobre las desigualdades en EEUU. En esta ocasión lo hace con un texto que pretende responder a la pregunta ¿por qué hay tanta pobreza en EEUU? Para ello presenta una suerte de manifiesto que trasciende los análisis sociológicos que abogan por el estudio de los problemas sociales sobre causas estrictamente sistémicas. Pero que también cambia el marco, de forma provocadora, de la aproximación individualista de la culpa y la responsabilidad propias de las sociedades protestantes que tan bien explicó Max Weber. No es, sin embargo, un enfoque que cuestione el propio sistema capitalista como origen de la generación de desigualdad. En esta ocasión, no pone la carga de la culpa en el individuo que no consigue salir de la pobreza sino en su antagonista, las clases medias y altas norteamericanas.


Poverty, by America
Matthew Desmond
Penguin, NY, 2024
304 págs.


Las aproximaciones explicativas hasta ahora se dividían entre conservadores y liberales. Los conservadores que plantean el enfoque clásico weberiano donde los obstáculos para el progreso subyacen en el comportamiento del individuo, la desintegración familiar, la dependencia y ociosidad y, como no, la recepción de subvenciones gubernamentales que exacerban estos comportamientos. Por su parte, los liberales/demócratas sostienen que los problemas son estructurales donde el racismo y la desindustrialización han favorecido el aumento de la desigualdad.

Con su enfoque, Desmond, opta por un camino que rompe con las aproximaciones clásicas de conservadores y liberales norteamericanos para explicar la pobreza en América. Así pone el foco en la responsabilidad de las clases medias y altas en los índices de pobreza y desigualdad ya que son estas clases las beneficiarias directas de esa pobreza gracias a la explotación laboral que permite a su vez la producción de bienes de consumo baratos. Según Desmond, la persistencia de la pobreza es producto de los cambios sistémicos como la desindustrialización y el resultado de decisiones individuales agregadas de los ricos y de las clases medias que aceptan acríticamente la existencia de una pobreza generalizada como parte del desarrollo natural. Pero, además, lo hace poniendo el foco especialmente en las diferencias de clase, más que en las diferencias raciales, algo por lo que ha sido muy criticado.

Desmond plantea que “la pobreza no es sólo la condición de no tener suficiente dinero”, sino que es “la condición de no tener suficientes opciones”. Considera que los norteamericanos de clase media y alta, en muchos casos liberales progresistas, son cómplices de la expropiación de la riqueza. Apunta que son en parte las exenciones fiscales en sus hipotecas y planes de ahorro los que dejan menos ingresos para los programas que requieren las clases más desfavorecidas. En definitiva, los consumidores buscan comodidad y precios bajos sin tener en cuenta los abusos laborales que permiten esta situación.

La cuestión de la vivienda sigue siendo central en su análisis, y explicita que “es más probable que los demócratas defiendan más la vivienda pública en abstracto que los republicanos, pero entre los propietarios de viviendas no es más probable que den la bienvenida a desarrollos de vivienda protegida”, en estos casos, son los inquilinos conservadores los que estarían más inclinados a apoyar una propuesta en este sentido que los liberales.

En definitiva, lo que propone Desmond es la reconfiguración del contrato social en términos de reequilibrar la red de seguridad social de tal modo que se garantice que los estadounidenses de bajos ingresos reciban la ayuda que necesiten; reducir la explotación para empoderar a los pobres y eliminar la segregación para crear una prosperidad compartida. Si no se opta por esta vía, dice Desmond, “si éste es nuestro diseño, nuestro contrato social, entonces al menos deberíamos reconocerlo” (p. 102) o lo que es lo mismo, la pobreza se podría eliminar, pero se decide no hacerlo y, por tanto, se trataría de reconocerlo de manera explícita.