Cuando uno piensa en espías durante la Guerra Fría se imagina contrabando de armas, sabotajes, robo de información, agentes dobles, asesinatos, envenenamientos, micrófonos en las lámparas, cafés llenos de humo o puentes con niebla. Ahora sabemos que había otras armas secretas y peligrosas que triunfaron sobre todo en Polonia, aunque se expandieran a toda Europa del Este: los libros prohibidos que iban de mano en mano para enseñar todo lo que el comunismo no quería que se supiera.

The CIA Book Club: The Gripping New History of the Best-Kept Secret of the Cold War
Charlie English
William Collins, 2025
384 págs.
En su libro The CIA Book Club: The Best-Kept Secret of the Cold War (2025), Charlie English nos explica cómo las palabras, en tinta y encuadernadas, sirvieron más que las pistolas durante la transición del comunismo a la democracia. Polonia se llenaba de ideas, en lugar de balas, a través del contrabando de libros como Archipiélago Gulag, Un mundo feliz o Doctor Zhivago; de autores como George Orwell, John Le Carré, Hannah Arendt o Kurt Vonnegut y de revistas como The New York Review of Books o Cosmopolitan.
Todo respondía a una encomiable acción de apoyo de la CIA auspiciada por George Minden, arquitecto de la operación QRHELPFUL, lanzada a principios de los años ochenta, que sistematizaba y aseguraba la logística del tráfico clandestino de libros prohibidos que llevaba sucediendo décadas en Polonia. La CIA los compraba, los enviaba y los entregaba a editores y distribuidores polacos. Pero lo más interesante es que lo hacía desde el principio ético de dar apoyo material sin injerencia editorial, es decir, sin entrometerse en qué libros se enviaban ni en su temática, que se marcaba desde Polonia a través de organizaciones de resistencia democrática como la revista Kultura o la…

#ISPE 1086. 11 junio 2018