El viaje de ida y vuelta de los mercados financieros desde la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses hasta hoy pocas veces se había visto. Los inversores celebraron la victoria del candidato republicano pensando que daría un nuevo impulso a la economía, pero rápidamente comprendieron que su segunda legislatura no será como la primera. Trump está dispuesto a pasar a la historia de los presidentes estadounidenses y esto implica tomar decisiones de gran calado. Y lo está haciendo, pero hay un convencimiento generalizado de que va en la dirección opuesta a la óptima.

Los mercados valoraban la intención de Trump de reducir burocracia, bajar impuestos y aumentar las ayudas a la inversión, pero no contemplaban que se producirían despidos masivos y erráticos, aranceles aleatorios y una oleada de reproches a sus socios históricos. La reacción de los inversores ha sido contundente. Ante la incertidumbre, están retirando sus ahorros de los mercados financieros de forma masiva. Las empresas que cotizan en el S&P 500 han perdido cerca de 5 billones de dólares de capitalización en apenas tres semanas.

El desplome de los mercados financieros comenzó cuando los primeros indicadores económicos advirtieron de un frenazo de la economía estadounidense. Estos indicadores todavía son muy tentativos, de hecho, la mayoría son encuestas de sentimiento. Lo que está claro es que las políticas o, más bien, la forma de hacer política de Trump ha generado una ola de pesimismo en empresas, inversores y consumidores.

El mayor descenso lo están registrando las compañías tecnológicas, sobre todo start-ups y aquellas que todavía no están en beneficios. Esto es, las apuestas de futuro de los inversores, que en el pasado han dado grandes alegrías a sus accionistas en Estados Unidos y que ahora son el epicentro de las dudas.

Sin embargo, aunque se esté hablado…