Desde entonces, en lugar de buscar la estabilización del país y de mejorar las condiciones de vida de los más de 24 millones de malienses, Göita ha protagonizado una deriva antidemocrática, prohibiendo todos los partidos políticos y fortaleciendo el apoyo de Moscú. El grupo mercenario Afrika Corps –sucesor del Grupo Wagner y dependiente directamente del ministerio de Defensa– se ha consolidado como el principal sostén militar del régimen y uno de los garantes de la seguridad en Malí.
Ese nuevo posicionamiento internacional ha supuesto no solamente la eliminación de toda presencia francesa en Malí desde agosto de 2022, sino también la salida forzada de MINUSMA (la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí, creada en 2013 y retirada el 31 de diciembre de 2023). Simultáneamente, la junta golpista desoyó las indicaciones tanto de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental), de la que se salió el 29 de enero de este año, y del G-5 Sahel, del que ya se había retirado en mayo de 2022. Malí, por tanto, se ha quedado al margen de una inoperante Alianza de Estados del Sahel, creada conjuntamente con las juntas golpistas de Burkina Faso y Níger, sin vínculos regionales efectivos a los que acudir ahora ante la amenaza yihadista.
El régimen de Göita no ha sido capaz de compensar, ni con las Fuerzas Armadas de Malí (FAMa) ni con los alrededor de 3.000 mercenarios rusos, la pérdida de los 15.000 efectivos que aportaba tanto la operación Barkhane como la MINUSMA. Más que contribuir a estabilizar la situación, el Afrika Corps se ha centrado en asegurar el control de la explotación de las minas de oro, especialmente las localizadas en el complejo Loulo-Gounkoto, cercano a la frontera con Senegal. En el plano político tampoco ha cumplido sus…

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