Autor: Gwynne Dyer
Editorial: Librooks
Fecha: 2015
Páginas: 242
Lugar: Barcelona

Que no cunda el pánico

Julia García
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En los últimos 15 años la mayoría de los ataques terroristas del mundo han sido perpetrados por musulmanes yihadistas. Hay que recordar, y decirlo, que los terroristas yihadistas y sus seguidores son una minoría en el total de los musulmanes del mundo. Gwynne Dyer, experto en geopolítica e historia militar, expone los objetivos y el funcionamiento de Al Qaeda y otros grupos similares de Oriente Próximo como ISIS, Estado Islámico, EIIL o Daesh, según sus variadas acepciones. Que no cunda el pánico, escrito en diez capítulos, una introducción, notas e índice analítico, se adentra en el mundo del terrorismo con varios objetivos.

El primero, entender por qué el mundo musulmán y en particular el mundo árabe se han convertido en la capital mundial del terrorismo. El segundo, explicar cómo funciona el terrorismo. Y por último, seguir la evolución de las estrategias y organizaciones terroristas en el mundo árabe, para cerrar con algunas ideas sobre qué hacer con la amenaza terrorista.

Al Qaeda parece ya una cosa del pasado. Ahora le toca a Daesh. Esta organización atrae a más jóvenes de la diáspora musulmana en Occidente que la antigua Al Qaeda: prácticamente hacen cola en la frontera entre Turquía y Siria. Incluso tienen su propio Estado con bandera, sede, califa… Daesh sigue una estrategia diferente a Al Qaeda, que sin embargo persigue el mismo resultado.

En los últimos 12 años, desde la invasión de Irak en 2003, los grupos revolucionarios islamistas han crecido sin parar. En 2013, el Índice Global de Terrorismo registró casi 18.000 muertos, un 60% más que en 2012 y cinco veces más que en el año 2000. El 80% de esas muertes ocurrió en solo cinco países: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria; y casi todas las víctimas eran musulmanes. Daesh tiene un objetivo principal: los chiíes.

Los occidentales viven atemorizados, a pesar de que la amenaza real se encuentra en Oriente Próximo. Este miedo que flota entre los occidentales impulsa a sus gobiernos a realizar acciones que tal vez sirvan para los fines de los terroristas. Daesh, Al Qaeda, Boko Haram, Al Nusra, no son solo violentos equipados con armas de fuego; son revolucionarios con un programa político, perfectamente calculado para el día que se cumplan sus objetivos.

Estos individuos idean los planes, escogen los objetivos, pero además de estrategas son buenos psicólogos. El terrorismo consigue triunfar mediante las percepciones que crea, no mediante el daño real que provoca. Muchos de los soldados de a pie no conocen la estrategia a seguir. Todo lo que necesitan saber es que se convertirán en mártires e irán directos al paraíso.

El autor señala un último apunte. El mundo musulmán, o al menos su corazón en Oriente Próximo, se encuentra al borde de una confrontación grave entre suníes y chiíes, que puede llegar a ser tan larga como las guerras de religión entre protestantes y católicos en la Europa del siglo XVI y XVII. Ningún historiador explicaría las guerras de religión europeas como una mera cuestión de doctrinas religiosas rivales. Fueron acontecimientos políticos y la lealtad religiosa era manipulada al servicio de la política interior y exterior.

Occidente no vive uno de sus mejores momentos. Tras los últimos atentados en Francia, Europa debería volver a estudiar los porqués. Pensar en el origen. Aquellas independencias alcanzadas en los años sesenta del siglo XX fueron el comienzo. El petróleo, lo más interesante. Países abandonados a su suerte. Sin principios democráticos, culturales, educativos, sin un desarrollo económico afianzado. Con unas fronteras hechas a lápiz. Promesas nunca cumplidas. Nada mejor que la ignorancia y el hambre para conseguir objetivos.