En materia migratoria, el pacto estrella es el denominado One in, one out, un esquema piloto por el cual Reino Unido podrá devolver a Francia a migrantes que hayan cruzado el Canal de la Mancha en pateras y no tengan lazos familiares en suelo británico. A cambio, Londres aceptará un número equivalente de solicitantes de asilo que ya se encuentren en Francia y que sí puedan acreditar vínculos familiares en el Reino Unido.

La iniciativa busca desmontar el modelo de negocio de las mafias de trata de personas, que en lo que va de año han facilitado la travesía a más de 20.000 personas, un 56% más que en el mismo periodo de 2024. Sin embargo, el plan es modesto en su alcance inicial: se contempla el retorno de solo 50 migrantes por semana, unos 2.600 al año, frente a los 37.000 que cruzaron en 2024. Por tanto, queda por ver si la medida será de verdad disuasoria.

Las críticas no se han hecho esperar. Desde la oposición británica, los conservadores acusan a Keir Starmer de tibieza frente a la inmigración irregular, mientras que, en Francia, sectores políticos temen que el país se convierta en un hub de devoluciones sin garantías reciprocas claras. Además, el acuerdo ha despertado recelos en el sur de Europa: países como España, Italia o Grecia advierten que, si Francia recibe más migrantes desde Reino Unido, podría aumentar la presión migratoria sobre sus fronteras.

En paralelo, la cooperación en defensa se ha relanzado con la firma de la Entente Industrielle. Esta renovación del acuerdo Lancaster House de 2010 implica la coproducción de más misiles de crucero Storm Shadow, utilizados por Ucrania frente a Rusia, y el desarrollo conjunto de su sistema sucesor. La industria de defensa británica se verá beneficiada con la creación de…