De la reflexión a la acción
Cuando en el epílogo del libro Javier Solana recurre a una cita de Hegel para definir su vida, el de la acción ética que se acota entre el deber puro y la acción imperfecta, entre el ideal y lo posible, asoma la grandeza de los españoles que forjaron nuestra transición a la democracia. Una generación decidida a defender su esfuerzo con excelencia hasta el final, cada uno en su especialidad, sin entrar en el contenido de fondo de lo que protagonizaron y que colectivamente decidieron dejar para la historia. Así, uno de esos gigantes, Javier Solana, da cuenta en este trabajo de todo lo que hizo, protagonizó y vivió en la escena internacional durante su larga vida política. Nunca antes un español había ostentado una posición internacional de esa transcendencia, importancia y poder.
Es una vida marcada siempre por la preocupación y la gestión de un futuro mejor con protagonistas legendarios, momentos históricos y retos inmensos, muchos aun abiertos y capaces de provocar profundas crisis, destrucción e inseguridad. En los capítulos finales recorre los temas que protagonizarán la agenda del próximo siglo, y los retos globales que la comunidad internacional y Europa, su gran preocupación vital junto a la de nuestro país, deberán afrontar.
Como ministro español, secretario general de la OTAN y Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana estuvo ahí como político, aunque conoceremos también al científico que siempre llevó dentro, que lo forjó y llevó a los Estados Unidos durante la dictadura.
El libro arranca su recorrido con la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética, la primera guerra de Irak y los protagonistas de entonces, George Bush, James Baker, Boris Yeltsin. El carácter metódico de Javier Solana es bien conocido y, así, nos muestra las raíces de las crisis de hoy en lo que sucedió entonces como la desnuclearización de Ucrania en 1994, el proceso de ampliación de la OTAN hacia el Este o la explicación de la importancia para Rusia del principio de profundidad territorial para la seguridad.
Impresiona leer su primera llegada a Bruselas a la sede de la OTAN pocos días después de los acuerdos de Dayton sobre Bosnia al final de 1995, su primer encuentro con Yevgeny Primakoff en 1996, su visita a Dnipro en Ucrania como secretario general de la OTAN, la negociación y firma del Acta Fundacional de relaciones entre la OTAN y Rusia de 1997 o el 50 aniversario de la OTAN en 1999 de cuya conmemoración se ausentó Yeltsin en una deriva que ya llevaba la marca de Putin.
«La vida de Javier Solana está marcada siempre por la preocupación y la gestión de un futuro mejor con protagonistas legendarios, momentos históricos y retos inmensos, muchos aun abiertos»
La vida de Javier Solana está llena de nombres y relaciones personales, trabajadas con esmero y dedicación, miles de horas de avión y viajes continuos, con mucho sacrificio. Una constante menos conocida de la política exterior donde no siempre todos los nombres acaban siendo conocidos. Por ello nos recuerda también el papel de esos hombres y mujeres, que en segunda línea hicieron posibles tantísimas, decisiones cruciales.
Sobre Europa, la pandemia de COVID y Vladímir Putin han vuelto a demostrar que solo desde la unidad se pueden hacer frente a determinadas amenazas, y que también debe asumir conjuntamente su defensa en todas sus dimensiones –capacidades y tecnológicas–.
En las páginas finales reaparece el físico que Javier Solana lleva dentro, para reivindicar el papel de la UE en defensa de los bienes públicos globales como el medioambiente como seña de identidad europea para el próximo siglo. El personalísimo epílogo es un broche ideal porque resume de verdad su vida y su anhelo y motor, de científico a político, recordando a su padre también científico, para hacer de España un país más justo, democrático e integrado en Europa, y su contribución actual a ese objetivo desde la Fundación La Caixa, Esade y el Aspen Institute España. •