AFKAR-IDEAS  >   NÚMERO 74

Celebración del 14 aniversario de las revueltas contra el régimen de Al Assad en Siria. Alepo, 15 de marzo de 2025./GETTY

Retos de la transición siria

"Parece que en Hayat Tahrir al Sham son conscientes de que Siria no es un Estado homogéneo suní, y por eso ya han dicho que no van a construir un Estado sectario".
Entrevista a Muhsen al Mustafa por Ricard González
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Desde 2018, Muhsen al Mustafa es uno de los analistas del Omran Center For Strategic Studies especializado en materia de seguridad. Con su sede en Estambul, durante los años de la guerra civil siria, el Omran Center fue el principal think tank sirio alineado con la oposición al régimen de Bashar al Assad. Ahora, tras su caída, la institución está trasladando sus operaciones a Damasco. Fue allí  donde tuvo lugar la entrevista con Al Mustafa, que también ha colaborado con los think tanks estadounidenses Carnegie Middle East Center y The Tahrir Institute for Middle Eastern Policy (TIMEP).

¿Qué opina del sistema llamado de “reconciliación” por el que los oficiales y policías durante el régimen de Bashar al Assad pueden solicitar una amnistía?

Creo que es una buena idea y un paso necesario para reintegrarlos en la nueva Siria. El sistema permite resolver varios problemas prácticos a corto plazo. En primer lugar, el hecho de que se registren y entreguen su carnet militar ayudará a las investigaciones para averiguar quién cometió torturas y crímenes de guerra. En segundo lugar, deben entregar sus armas en los centros de registro, una contribución importante en el proceso de desarme de la población después de 13 años de guerra civil. Por último, se les entrega un carnet de identidad temporal válido por un periodo de tres meses, lo que les permitirá moverse libremente dentro del país. Finalizado el periodo, deben volver a comisaría. En Siria, cuando ingresabas en el Ejército, te retiraban el carnet de identidad civil y te daban uno de militar. Aquellos que no se registren ante las nuevas autoridades se arriesgan a ser detenidos en cualquier puesto de control de identidad por no tener un carnet de civil.

Muchos alauíes consideran que las campañas de arrestos contra antiguos oficiales son una forma encubierta de revancha contra la comunidad. ¿Está de acuerdo?

No, eso no es cierto. Lo que pasa es que la comunidad alauí [aproximadamente un 12% de la población] estaba sobrerrepresentada en las fuerzas de seguridad, y de ahí esa percepción. Pero las campañas y redadas de las fuerzas de seguridad para arrestar oficiales y líderes paramilitares que no han participado en el proceso de reconciliación no solo tienen como objetivo a alauí, también hay oficiales suníes que han sido arrestados. Algunos se han resistido de forma violenta, lo que ha llevado a tiroteos y enfrentamientos. En el transcurso de estas hostilidades, algunos han muerto, como es el caso de Shuja al Ali.

¿Considera probable que el mvimiento de insurgencia en las zonas de mayoría alauí se agrave?

Si, es un escenario profundamente preocupante, pero cada vez más plausible. Estas regiones, consideradas bastiones del régimen de Al Assad, se han vuelto inestables sobre todo por las fracturas dentro de la propia comunidad alauí y las acciones de los remanentes del régimen que buscan instrumentalizar la identidad sectaria. Figuras como Ghiath Dalla han explotado los lazos familiares, las reivindicaciones locales y las redes de antiguos agentes de inteligencia para restablecer estructuras armadas en estas zonas montañosas y socialmente cohesionadas. Su estrategia se basa no solo en la acción militar, sino también en reafirmar su dominio sobre las comunidades locales mediante el miedo, la coerción y la promesa de una restauración del estatus.

El peso simbólico de lanzar una rebelión desde el corazón del antiguo régimen también pretende enviar un mensaje, tanto interno como externo, de que el «Estado profundo» no ha muerto. El peligro radica en cómo esta insurgencia podría evolucionar, desde ataques aislados a una fuerza duradera e integrada. El terreno, combinado con intrincadas estructuras de clanes y décadas de gobierno securitizado, crea condiciones ideales para operaciones clandestinas y supervivencia a largo plazo. Si el nuevo gobierno no logra ganarse a las comunidades alauíes a través de un gobierno inclusivo, mejora económica y una reforma del sector de seguridad que las incluya, en lugar de tenerlas como objetivo, corre el riesgo de dejar un vacío que los insurgentes están ansiosos por llenar.

 

«El peso simbólico de lanzar una rebelión desde el corazón del antiguo régimen pretende enviar un mensaje, tanto interno como externo, de que el ‘Estado profundo’ no ha muerto»

 

Además, actores externos como Irán podrían ver valor en mantener un conflicto de baja intensidad aquí para ejercer presión sobre Damasco y ganar influencia. La situación exige una intervención urgente y meditada, no solo militarmente, sino a través de la reconciliación, la reintegración y la ruptura del monopolio del miedo que figuras como Dalla aún tienen sobre segmentos de la población alauí.

¿Cómo se está reconstruyendo el Ejército?

De momento, está integrando a los grupos armados de la antigua oposición. Quizás en el futuro también lo harán algunos oficiales del Ejército de Al Assad. El proceso de reforma del ministerio de Defensa avanza y ya se está creando una nueva cadena de comando unificada, pero el proceso es lento, y lo ralentiza el hecho de que Israel destruyera la mayoría de la infraestructura militar. La prioridad es la infantería para controlar las fronteras y, sobre todo, frenar el contrabando, lo que ha provocado algunos enfrentamientos en la frontera de Líbano. Por otra parte, ha habido polémica porque algunos oficiales son combatientes extranjeros que recibirán la nacionalidad siria, pero no lo veo como un problema. Muchos se enfrentan a torturas si vuelven a sus países de origen, así que es una buena salida.

¿Cómo valora el acuerdo entre Damasco y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), de mayoría kurda?

Representa un paso significativo, aunque frágil, hacia la reconfiguración del Estado sirio en líneas más inclusivas y pragmáticas. El gobierno de Ahmad al Shara intenta construir una nueva realidad política basada en la coexistencia, en lugar de la dominación, como ocurría antes en el régimen de Al Assad. El acuerdo también podría servir como mecanismo de estabilización: permite la reintegración del noreste en el marco nacional, reduciendo así el riesgo de un conflicto abierto entre ambas partes.

Sin embargo, el éxito a largo plazo del acuerdo dependerá de cómo se implementen sus términos y de cómo los perciban los diversos grupos. Para los kurdos y otros grupos bajo el paraguas de las FDS, la cuestión clave es si Damasco aceptará realmente las estructuras de gobierno local y los derechos culturales, o si simplemente buscará absorberlas en una versión rebautizada de la autoridad central. Para las potencias regionales, especialmente Turquía e Irán, el acuerdo plantea nuevas perspectivas: Ankara podría considerar cualquier integración kurda como una amenaza si no se concreta como desea, mientras que Teherán podría considerarla una dilución de su influencia. En el ámbito nacional, si el acuerdo va acompañado de medidas significativas hacia la justicia y la división del poder, podría sentar un precedente para una reconciliación nacional más amplia. De lo contrario, corre el riesgo de convertirse en otra tregua táctica en un país aún atormentado por la fragmentación y la desconfianza.

 

«No me extrañaría que las bases rusas se acaben quedando. Rusia es  un país importante y se pueden buscar nuevos puntos de cooperación.  Hemos de ser pragmáticos».

 

¿Cree que el actual proceso político va a desembocar en un sistema democrático?

Es una pregunta difícil. De momento, la prioridad de la mayoría de sirios es recuperar la seguridad y mejorar las condiciones de vida. Se piden soluciones a problemas prácticos, como la falta de electricidad [hay unas tres horas al día], o la escasez de petróleo. No existe preocupación por el hecho de que el gobierno interino esté formado por personas afines a Hayat Tahrir al Sham (HTS). Hasta cierto punto, es normal que HTS haya escogido personas en las que confía. El desarrollo del proceso político requerirá tiempo y no será fácil. El próximo paso será convocar una Conferencia Nacional de Diálogo, a la que invitarán a unas 1.200 personas y en la que estarán representadas todas las fuerzas políticas y minorías del país. Y el éxito de la conferencia no está garantizado, seguro que habrá quien espera ser invitado y se enfadará si no lo está.

Ahmed al Shara ha puesto un plazo de cuatro años para celebrar elecciones. ¿Qué pasaría si se celebraran ahora o en los próximos meses?

Creo que Al Shara podría llegar a recabar el 60% de los votos. La oposición en el exterior no tiene popularidad dentro del país. Se les ve como un grupo inoperante que fue incapaz de liberar a un solo detenido. No están bien organizados, ni tan siquiera un partido que en otros tiempos fue fuerte, como los Hermanos Musulmanes.

¿Existe el riesgo de que, con este nivel de apoyo y una vez autoproclamado presidente interino, intente implantar un Estado islámico y no haya elecciones libres?

Parece que en HTS son conscientes de que Siria no es un Estado homogéneo suní, y por eso ya han dicho que no van a construir un Estado sectario.

¿Qué pasará con las bases rusas en Siria?

Hay negociaciones en curso entre Moscú y el nuevo gobierno, y no me extrañaría que las bases se acaben quedando. Le doy un 75% de probabilidades. Rusia es un país importante y se pueden buscar nuevos puntos de cooperación. Debemos ser pragmáticos. Por ejemplo, necesitaremos reconstruir el Ejército, cuyas capacidades han sido casi completamente destruidas por los bombardeos de Israel. ¿Quién nos va a vender las armas o adiestrará a nuestros soldados? Estados Unidos seguro que no. Además, Moscú también podría ayudar a pacificar la región alauí, donde tienen muchos contactos. Por otra parte, el acuerdo en vigor les da derecho a permanecer más de 40 años más, y el derecho internacional obliga a cumplirlo, aunque lo firmara el antiguo régimen. Se puede romper, pero no es fácil. Una posibilidad es que, una vez haya el nuevo Parlamento, se enmiende el acuerdo y se cambien algunas condiciones, por ejemplo, reduciendo el plazo de permanencia de las bases.

Este mismo pragmatismo no se está aplicando a las relaciones con Irán …

La situación no es comparable. Rusia es una potencia mundial, con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, y con la que conviene llevarse bien. No es el caso de Irán. De hecho, es Teherán quien ha enviado mensajes sugiriendo abrir una nueva página en las relaciones bilaterales, pero no han recibido una respuesta positiva. Quizás eso sucederá en el futuro. De momento, en Damasco no hay prisa. Aparte de los crímenes cometidos junto con Al Assad, uno de los problemas es que Irán reclama 30.000 millones de dólares de deuda por las ayudas que concedió al régimen de Al Assad, y que la nueva administración no quiere devolver. Con Irak, las relaciones tampoco son fáciles, hay recelos. Al Shara combatió en Irak, y también hubo milicias iraquíes combatiendo en Siria.

Con Irán y Rusia de salida, ¿qué países serán ahora los principales aliados de Damasco?

Catar y Turquía, también Arabia Saudí, destino del primer viaje oficial de Al Shara al extranjero. Estos tres países se están esforzando para ayudar a la nueva administración y al pueblo sirio. Por ejemplo, Doha y Riad están pidiendo a EEUU que retire las sanciones. Catar, además, quizás podría ayudar mediando con Israel para que se retire de los territorios ocupados del Golán tras la caída del régimen. De hecho, ya está desempeñando ese papel en Gaza. Siria no representa ninguna amenaza para Israel, y no va a intentar recuperar los territorios por la fuerza. Aunque me temo que Israel no querrá retirarse del Monte Hermón porque representa una posición estratégica importante para ellos.

Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU) han mantenido una posición muy hostil al islamismo político. ¿Pueden intentar sabotear la transición en Siria?

Por lo que respecta a Egipto, hay que tener en cuenta que después de la caída de Hosni Mubarak ha perdido mucho peso en la región. No tenemos una frontera común y su capacidad de influencia en Siria es limitada, por lo que no constituye un serio problema. En cuanto a EAU es más complicado porque varias de las milicias rebeldes, y no solo HTS, están consideradas grupos terroristas. Pero el ministro de Exteriores, Al Shaibani, ya ha visitado dos veces EAU, y hay rumores de que Al Shara también visitará pronto el país. El mensaje de la nueva administración en el sentido de que Siria no quiere ser una amenaza para nadie, y que todas las energías se pondrán a reconstruir el Estado, debería calmar la inquietud de estas dos capitales. Además, aquí no hay un Abdelfatah Al Sisi, ni un Jailifa Hafter, ni la posibilidad de que vuelva Al Assad. Deben entender que a toda la región, e incluso a Occidente, le interesa una Siria estable.

Precisamente, ¿cómo valora la relación con los países occidentales?

¡En dos meses han venido más emisarios europeos que en los últimos 10 años bajo Al Assad! Es algo muy positivo. Alemania, por ejemplo, ya ha asignado 200 millones de ayuda. Creo que la Unión Europea levantará las sanciones antes que EEUU. Probablemente, las relaciones con la administración Trump no serán fáciles, pues apoya la idea de que Israel se anexione nuevos territorios.

¿Cómo ve la situación económica del país, hay una evolución positiva?

La situación económica continúa siendo delicada, y la principal razón son las sanciones económicas que imposibilitan las inversiones o ayudas financieras del extranjero. El gobierno ha dado pasos positivos, por ejemplo reduciendo los aranceles a la importación, o autorizando la exportación a Turquía, una actividad prohibida desde 2011. Hay una discrepancia sensible en el tipo de cambio con el dólar entre el mercado negro y el Banco Central –9.000 libras frente a 13.000–, y esto genera un problema. Los precios continúan siendo altos. Un tema que no está claro es el salario de los funcionarios. La nueva administración prometió una subida del 400%, pero aún no la ha aplicado. Han aparecido algunos problemas, entre ellos, hay rumores que algún Estado del Golfo podría desembolsar la ayuda financiera que lo haría posible, pero las sanciones lo han evitado. Además, se ha descubierto que hasta 400.000 funcionarios no realizaban ninguna función, ni tan siquiera iban a sus oficinas. El régimen de Al Assad los había contratado por razones políticas o para garantizar la paz social.

¿Sabe cuántos refugiados han vuelto ya a sus casas? ¿Prevé un retorno rápido y masivo?

Durante el primer mes, retornaron unos 100.000, y a medida que se acerque el verano, la cifra crecerá de forma significativa. Para muchas familias, la prioridad es que sus hijos puedan acabar el curso actual en sus escuelas. Para muchos niños, el retorno será un desafío porque ahora se expresan y escriben mejor en turco que en árabe. Le pasa a mi propia hija, de siete años. Otro problema más grave es que los hogares de muchos refugiados están destruidos. Hay barrios enteros destruidos donde ahora, por ejemplo, no llega el transporte público. Este será un gran reto para la nueva administración./