Autor: Ignacio Álvarez-Ossorio
Editorial: Catarata
Fecha: 2022
Páginas: 224
Lugar: Madrid

Siria y la herencia envenedada

Más de 10 años no bastan para poner fin a una guerra. 'Siria. La década negra' nos acerca al implacable ascenso al poder de Assad, a la gradual militarización de la oposición y a la fragmentación y descenso a la violencia fratricida. Rusia, Turquía e Irán, son ahora quienes tienen las llaves del futuro de Siria.
Gabriel Garroum Pla
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Afirmar que el conflicto sirio es uno de los más complejos de la era contemporánea debido a su multiplicidad de actores e intereses no es ninguna exageración o imaginación, características presentes en el arte de al hakawati, la milenaria tradición oral del cuentacuentos sirio. Sería, por el contrario, una afirmación cargada de cruda realidad. Mucho más difícil es la tarea de entender el porqué de dicha complejidad y desgranar sus dinámicas, revelando las numerosas capas que conforman el conflicto.

Este ha sido uno de los objetivos de Ignacio Álvarez-Ossorio desde que publicó Siria. Revolución, sectarismo y yihad en 2016, cuando el conflicto se encontraba en uno de sus momentos más desbordantes de violencia. Ahora nos presenta una versión renovada y revisada bajo el título de Siria. La década negra (2011-2021).

Álvarez-Ossorio brinda al lector la posibilidad de entender el contexto del cual emerge la “década negra”. La gestión de la “herencia envenenada”, como el autor llama al ascenso al poder y las políticas de Al Assad hasta 2011, se explora como uno de los causantes principales de las fracturas sociales, políticas, económicas y culturales que permitieron que las revueltas populares que sacudían Oriente Medio también encontraran suelo fértil en Siria.

El libro explora las dificultades, tensiones y contradicciones de una oleada anti-régimen heterogénea. “Al igual que había ocurrido en el pasado”, comenta Álvarez-Ossorio, “el régimen intentó manipular la heterogeneidad confesional de la sociedad siria dentro de la lógica del divide y gobierna”. Dicha manipulación de las identidades, junto a la “solución militar” –como se ha denominado al uso de la violencia para hacer frente a la disidencia– dará lugar a un conflicto con registros y dinámicas múltiples.

Uno de los grandes aciertos del libro es la capacidad de diseccionar y analizar los diferentes procesos, actores y dinámicas sobre el terreno sin caer en generalizaciones burdas o errores conceptuales. Álvarez Ossorio dedica varios capítulos a la difícil tarea de trazar qué sucede con la revolución siria cuando aparece la violencia desenfrenada del régimen. El resultado es tan plural como lo es el propio país. Así, el libro contiene análisis detallados e informativos de los mecanismos no-violentos de la oposición siria, de su eventual militarización y de su descenso a la fragmentación y violencia fratricida.

Del mismo modo, no todos los actores opositores –incluso aquellos armados– buscaban los mismos objetivos y agendas políticas. Es especialmente interesante la lectura que hace Álvarez-Ossorio del fenómeno que denomina “la carta sectaria”. Sin duda, éste es uno de los puntos que destacaría del libro: la instrumentalización sectaria abunda en el conflicto sirio y responde a la necesidad de movilizar a las masas y captar recursos externos. Responde también, como indica el autor, a una articulación histórica del antagonismo político en Siria y de su propia formación como Estado moderno. “La deriva islamista” de la revuelta, especialmente a partir de 2013, fue a su vez superpuesta por “la tempestad yihadista” ilustrada por el ascenso y caída de Estado Islámico.

La regionalización e internacionalización del conflicto sirio se analiza de manera muy pedagógica. El autor nos dibuja el conflicto sirio a través de sus conexiones regionales, desde la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí hasta el papel de Catar. En lo que llama “una nueva guerra fría”, el conflicto aparece como un gran tablero de intervenciones internacionales sobre el cual Rusia materializa su retorno a actor central en Oriente Medio. La esfera local también resulta clave para dibujar una cartografía a través de los acuerdos de evacuación, desmilitarización y altos el fuego a lo largo de la década.

La internacionalización del conflicto es crucial para explicar los bloqueos políticos a su resolución y, por tanto, sus catastróficas consecuencias humanitarias. También lo es para entender el presente más inmediato del país e imaginar sus posibles futuros. Aquí es donde Álvarez-Ossorio detalla dos procesos. Por un lado, el futuro de Siria parece condenado a resolverse a través del eje compuesto por Turquía, Rusia e Irán, los países que desbloquearán las líneas de conflicto territorial y armado que aún existen en el Norte. Por otro, la rearticulación del régimen se está llevando a cabo a través de la política de la reconstrucción, la gestión del retorno de los refugiados, y la rehabilitación diplomática. Todo apunta a que la idea de la “pax rusa” –el último concepto analizado por el autor– moldeará la transición a una eventual posguerra.

En resumen, Siria. La década negra (2011-2021) es altamente recomendado para aquellos quieran entender los procesos y actores que han llevado a uno de los países más importantes de Oriente Medio a un punto y aparte en su historia.