POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 162

Sonámbulos de nuevo: Europa y la ‘pax americana’

EE UU no vivirá el rápido declive de Reino Unido tras la Segunda Guerra mundial. El fin de la "pax americana" supone un cambio del peso específico de EE UU en el mundo. Los europeos están obligados a revaluar su forma de entender las responsabilidades globales.
Joseph H. H. Weiler
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Es un hecho incontestable que el principal actor estatal en política internacional de los últimos 100 años ha sido Estados Unidos, de manera consistente a lo largo de todo ese periodo. La Primera Guerra mundial, a la que, por aludir al título del celebrado libro de Christopher Clark, entramos como “sonámbulos”, marca convenientemente el momento inicial. Me refiero no solo al papel que EE UU desempeñó durante la guerra, sino al de los meses y años sucesivos. Los 14 puntos del presidente Woodrow Wilson fueron tildados entonces de “idealistas” por algunas de las viejas potencias europeas. No obstante, con el desmantelamiento del Imperio Otomano en virtud del principio de autodeterminación (que en aquel momento no era una norma universalmente vinculante), se allanaba el camino para la retirada, apenas una generación después, del resto de imperios coloniales. Se redefinía así, de manera decisiva, el equilibrio de poderes para la segunda mitad del siglo XX. Finalizada la Segunda Guerra mundial, EE UU siguió ejerciendo funciones fundamentales con la concepción y puesta en marcha de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dos de los ejes del orden mundial actual.

El gambito del siglo estadounidense es paradigmático de toda la época marcada por la pax americana: la acción de EE UU en la esfera internacional se ha visto impulsada a menudo por una fuerte dosis de idealismo (a veces errado en su rumbo, definitivamente) combinada con el lógico interés propio, el material del que están hechas las relaciones internacionales. Las diversas escuelas del realismo tienden a rechazar con desdén cualquier desviación del análisis de intereses en relaciones internacionales. En general, el énfasis en el interés o el poder como herramienta para explicar los asuntos humanos me parece reduccionista hasta lo risible, si excluye cualquier otra motivación, tanto en…

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