Vio la luz hace cuatro meses y ya está en la lista de los más vendidos y de los 10 mejores libros del año del New York Times, que lo calificó de “obra emblemática”. El New Yorker lo ha presentado como “la biografía definitiva” de Ronald Reagan, para el Washington Post es “una obra magistral” y el Sunday Times valora en ella “un trabajo escrupulosamente honesto y magníficamente escrito”.
Reagan: His Life and Legend
Max Boot
Liveright Publishing Corporation, NY, 2024
880 págs.
Hace diez años Max Boot no habría podido escribirlo. Sin la destrucción del partido republicano por Donald Trump tampoco. Firme defensor de la invasión de Irak, director del Weekly Standard, asesor de campaña de John McCain, Mitt Romney y Marco Rubio, y gran admirador de Reagan desde su juventud, vio en la victoria de Trump en 2016 una catástrofe, una traición a los valores republicanos y estadounidenses en los que siempre había creído, y se fue del partido.
Sin Trump, esta biografía, iniciada en 2013, posiblemente habría sido una hagiografía más del cuadragésimo presidente de Estados Unidos con algunas manchas negras.
La victoria de Trump en 2016, el tercer año de su meticuloso viaje por la vida y obra de Reagan, fue una luz cegadora. Boot se distanció de los republicanos y adoptó una perspectiva distante y neutral que le ha llevado a mejorar con creces cualquiera de las obras de referencia publicadas anteriormente sobre el niño de Dixon (Illinois) que acabó en la Casa Blanca en 1980 tras veinte años en el cine y en el sindicato de actores de Hollywood, y ocho años de gobernador en California.
A quienes se preguntaron cómo pudo llegar a presidente un actor mediocre, solía responder: “Lo difícil de entender es que alguien llegue a presidente sin ser un buen actor”. De Franklin Delano Roosevelt, de quien fue un devoto seguidor en su juventud, Reagan aprendió la forma de comunicar. Tras diez años de buceo en la vida de Reagan, Boot rechaza las dos imágenes más extendidas del 37 presidente: “La del Maquiavelo que vieron en él muchos y la del imbécil, vago o ignorante que han visto en él otros”. “De hecho, fue un hombre de convicciones firmes, aunque flexible, y un lector feroz, pero indiscriminado”, afirma.
«Hace diez años Max Boot no habría podido escribir este libro. Sin la destrucción del partido republicano por Donald Trump, tampoco»
Boot ve en Reagan “un hombre razonablemente inteligente, que escribía muy bien. Gran orador, a quien no le importaban mucho los detalles. Un gran líder pero un mal gestor y con aversión al conflicto, aunque no le tembló la mano ni para aplastar a los controladores aéreos nada más llegar a la Casa Blanca en 1981, ni para enfrentarse con el enemigo exterior”.
En las relaciones personales, evitaba el enfrentamiento, jamás fustigaba a los asesores que se equivocaban y delegaba con facilidad. Lo mejor y lo peor de su presidencia –señala Boot– se explica por su dependencia, para bien y para mal, de sus consejeros. En política exterior, por ejemplo, fue crucial su elección de personalidades como George Shultz y James Baker.
Entre sus errores más graves, destacan su ceguera ante la pandemia del SIDA, la desastrosa intervención en el Líbano en 1983 y el escándalo Irán-Contra: la violación del embargo de armas a Irán para financiar a la guerrilla nicaragüense.
Errores que palidecen frente a su fructífero trabajo como gobernador de California y su exitosa gestión del final de la Guerra Fría. Por ello está entre la decena de mejores presidentes de Estados Unidos, según la lista de los principales historiadores. Hace dos años un grupo selecto de historiadores de la presidencia lo eligió el noveno mejor presidente. Encabeza la lista Abraham Lincoln, seguido por George Washington, Franklin Delano Roosevelt, Theodore Roosevelt, Dwight Eisenhower, Harry Truman, Thomas Jefferson y John Kennedy.