POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 135

Una hora con el padre Adolfo Nicolás, SJ

Antonio Pelayo y Darío Valcárcel
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El General de la Compañía de Jesús ha pasado la mayor parte de su vida en Asia. De allí trae el convencimiento de que el diálogo interreligioso ayudaría a encontrar las raíces de grandes crisis mundiales. ‘Necesitamos un nuevo humanismo a escala global’.

Desde el 19 de enero de 2008 la Compañía de Jesús tiene un nuevo Prepósito General. La elección del 29º sucesor de San Ignacio de Loyola tuvo lugar en Roma en el curso de la 35ª Congregación General de la orden en la que participaron representantes de los cinco continentes: en todos ellos los jesuitas están presentes. Al holandés Peter-Hans Kolvenbach (que había presentado su dimisión) le sucedió un español, Adolfo Nicolás, nacido en 1936 en la localidad palentina de Villamuriel. El padre Nicolás ha pasado la mayor parte de su vida en Japón (donde llegó en 1964 para cursar los estudios de Teología) y en Manila (Filipinas) de cuyo Instituto de Pastoral fue director durante seis años. Antes de ser elegido General, el padre Nicolás fue moderador de la Conferencia de los Provinciales Jesuitas en Asia Oriental y Oceanía, oficialmente «Asia-Pacífico». Esta experiencia vital le convierte en un auténtico experto en todo lo que se refiere a la vida de la Iglesia en el inmenso continente asiático y también en las relaciones que pueden mantener con Occidente los pueblos y culturas de lo que aquí llamamos Lejano Oriente.

El eje de nuestra conversación, que se desarrolla en la sede romana de la Compañía (Borgo Santo Spirito, a 100 metros del Vaticano) va a girar en torno a esta temática pero no sólo, porque nuestro interlocutor encierra en su personalidad otras facetas de especial interés para una parte de nuestros lectores.
«La fuerza y la debilidad de la Iglesia -son sus primeras palabras- se manifiestan hoy en…

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