Autor: Lionel Barber
Editorial: Deusto
Fecha: 2022
Páginas: 472

Vencedores y vencidos

El libro de Lionel Barber narra, a forma de dietario, el funcionamiento y los entresijos de los grandes medios de comunicación globales. Es una especie de crónica paralela de los años convulsos que van de la crisis económica a la pandemia, mientras el director de ‘Financial Times’ vivía entre reuniones con las élites globales y sus vanidades.
Ramón González Férriz
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Cuando Lionel Barber asumió la dirección del Financial Times, en 2005, el periódico se encontraba en plácida decadencia. En los tres años anteriores había perdido 60 millones de libras y la publicidad había descendido un 50% con respecto al año 2000. La circulación caía y los periodistas que trabajaban en él tenían la sensación de que, a pesar de su prestigio, había perdido calidad y era editorialmente incoherente. Barber, que se había incorporado al periódico veinte años antes y había sido su corresponsal en Estados Unidos y Bruselas y su jefe de información, tenía muchas ideas sobre lo que había que hacer y las planteó de manera teórica en los primeros días de su mandato. En su opinión, era necesario mejorar la cobertura de la información financiera y de las empresas, reforzar los equipos e invertir en la redacción. Y sus primeros pasos fueron los propios de cualquier director nuevo: ascender a sus colegas preferidos, contratar a algunos periodistas de la competencia, rediseñar el periódico en papel y, sobre todo, reiterar la promesa de que establecería prácticas y controles que aumentaran la calidad del periodismo que publicaba el medio.

Sin embargo, si Barber se convirtió en un director fuera de lo común fue porque hizo dos apuestas radicales. La primera, convertir el FT en un periódico claramente global y, de la mano de esa, apostar plenamente por el formato digital y el pago de una suscripción para acceder a los contenidos. “A partir de ahora el Financial Times ya no se describirá solo como un periódico. El FT es una ‘plataforma de noticias’ cuyas versiones impresa y online funcionan sin fricciones”. No era una apuesta tan común en 2005. Pero a Barber le salió extraordinariamente bien.

Todo eso lo cuenta en Vencedores y vencidos. Un diario privado en tiempos turbulentos, una especie de dietario de sus quince años como director. El libro es especialmente interesante para los periodistas o los interesados en el mundo del periodismo. Barber cuenta cómo intentó ser un director que estuviera muy presente en la redacción, cómo solucionó conflictos que son cotidianos en todos los periódicos —denuncias por difamación, cartas al director insultantes con el propio medio, fricciones con los departamentos comerciales y de suscripciones de la empresa, la relación con un nuevo propietario tras la compra del periódico— y su trabajo diario para mantener la independencia editorial. Pero, en muchos sentidos, el libro es una enorme, atractiva y en ocasiones repelente crónica social. “Empiezo a entender que conseguir que el FT llegue a lo más alto de la primera división no solo tiene que ver con aspectos prácticos: excelentes reportajes, investigaciones intrépidas, crónicas impresionantes —escribe Barber sobre los primeros pasos de su mandato—. También implica estar ‘en el ajo’, reunirse y comer con los poderosos e influyentes, detectar las grandes tendencias económicas, financieras y políticas”.

Y a fe que lo hace: Barber habla por teléfono, come y se entrevista con las celebridades políticas del momento, desde Tony Blair a Donald Trump, desde Carlos de Inglaterra a Narendra Modi, Angela Merkel o Mario Draghi. Pero entre la sucesión de reuniones con políticos famosos y financieros apenas conocidos fuera de los círculos de poder, destaca algo: la comodidad con la que la alta sociedad londinense permitió la entrada en su mundo a las élites rusas y saudíes, cargadas de dinero y cortejadas por políticos locales que suplicaban inversiones, donaciones para el partido o negocios aún menos confesables. Una de las mejores escenas del libro es una cena, organizada por Evgeny Lebedev, el magnate ruso convertido en lord británico, en una mansión en los bosques ingleses, llena de aristocrátas, empresarios y diplomáticos, en la que el invitado de honor es el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salmán. Este se comporta con arrogancia y seguridad ante unos invitados que son conscientes del dinero y el poder del que dispone. En otra escena, una cena en la embajada rusa, Putin sermonea a los presentes —entre ellos, banqueros— sobre la realidad política y económica de Europa y Estados Unidos mientras estos, dice Barber, “asienten con aprobación”. Al final de la cena, Putin pregunta retóricamente a los invitados si les apetecería oírle tocar un vals al piano: “¿Quién tiene la valentía de decir que no?”, anota Barber. Cuando termina el breve recital, Putin despide a todo el mundo de la sala menos al presidente de la petrolera BP, al que le pide que se quede para hablar en privado.

La narración de esta relación constante con las élites globales permite entender mejor el trabajo del director de un periódico global, aunque en ocasiones pueda parecer que se trata de una muestra de vanidad. El problema real, como reconoce Barber con honestidad, es que ese contacto con los grandes decisores del mundo no solo no le permitió prever el advenimiento de dos de los acontecimientos centrales de la época en que fue director, la llegada al poder de Trump y el triunfo del Brexit, sino que en cierto sentido le aisló, como a buena parte de la profesión periodística, del verdadero sentir popular, de una sociedad resentida con las élites por otro acontecimiento previo que recorre buena parte de las páginas del libro, el estallido de la crisis financiera global. “El Brexit y Trump cogieron al FT con la guardia baja. Teníamos que explicar con mayor profundidad el auge del populismo e informar sobre el contraataque de la democracia liberal […] En general, teníamos que comprender mejor a nuestros oponentes ideológicos”, escribe.

Vencedores y vencidos (en cuya traducción al castellano colaboré) es un libro extremadamente informativo sobre el funcionamiento de los medios de comunicación y una especie de crónica paralela de los años convulsos que van de la crisis económica a la pandemia. Y es un testimonio interesante de la era en que la tecnología cobró una importancia extraordinaria gracias a los nuevos teléfonos inteligentes, China se convirtió en una potencia global y el populismo puso en jaque el poder de las élites tradicionales, y el de sus medios de comunicación —como el FT—, para transmitir con credibilidad su ideología. Pero también, como decía, es una divertida crónica social sobre las ridiculeces de la vida en la cumbre y sus efectos sobre un gran profesional que, por suerte, tiene mucho sentido del humor. Para quienes somos lectores fieles del periódico, es además un relato sobre cómo el FT se convirtió no solo en un negocio próspero e influyente, sino también, probablemente, en el mejor periódico del mundo.