>   NÚMERO 21

Auge, crisis y globalización

Carta a los lectores
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La caída de las cotizaciones bursátiles y el reventón de la burbuja financiera creada por las empresas de la Nueva Economía, con la paralización de las inversiones en tecnologías informáticas y de telecomunicaciones; el ataque terrorista contra el corazón del capitalismo; el escándalo Enron y la moralidad de directivos y auditores, junto a la catástrofe de Argentina, uno detrás de otro, amenazaban con lograr lo que la Unión Soviética o la China comunista no habían conseguido. Sin embargo, el sistema de capitalismo de mercado ha resistido: ni estampida bursátil generalizada ni recesión global. Uno de los más celosos guardianes del sistema, el Fondo Monetario Internacional (FMI), se pregunta incluso si la paralización general que se experimentó a partir de 2000 en casi todos los países industriales y en vías de desarrollo se ha traducido en una evolución negativa y general de la producción durante dos trimestres consecutivos o incluso en uno. Técnicamente la recesión no ha existido, concluye el FMI.

Los pronósticos más tristes han abandonado las tinieblas de la noche convirtiéndose a la luz de la mañana en “hurras” coyunturales ante el dato sobre un incremento del PIB en Estados Unidos superior al 5% en el primer trimestre del año. El optimismo se reforzaba con el reconocimiento a los servicios prestados por los bancos centrales en su tarea de evitar lo peor, así como a la solidez y flexibilidad del sistema financiero. Pero las huellas del frenazo han quedado marcadas. Una serie de sectores de la Nueva Economía y un conjunto de servicios clave han retrocedido de tal modo que, como recordaba el profesor y premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, la pérdida de producción en EE UU puede estimarse entre 300.000 y 500.000 millones de euros, un 50%-90% de lo que representa la producción anual de bienes y…

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