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Partidarios del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, participan en una manifestación durante el Día de la Independencia de Brasil Sao Paulo (Brasil), el 7 de septiembre de 2021. CRISTINA SZUCINKI. GETTY

Bolsonaro se prepara para la batalla en las redes

El presidente de Brasil, ante la previsión de una derrota electoral, busca una renovada legitimidad para su retórica divisiva asegurándose de que las plataformas de redes sociales no censuran sus mensajes.
Carolina Caeiro
 |  6 de octubre de 2021

Los intentos del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de sacar adelante una regulación de las redes sociales, con el objetivo de mantener sus mensajes y los de sus partidarios a salvo de la eliminación, es otro movimiento más que parece recién salido del manual del líder autoritario tan caro a Donald Trump, estrecho aliado y modelo a seguir del líder brasileño.

Los motivos de Bolsonaro para atar en corto a las plataformas de redes sociales son obvios. Si estas empresas se atrevieron a eliminar a Trump de sus plataformas, no les costará demasiado castigar al presidente de extrema derecha de Brasil y a sus seguidores por difundir información falsa y compartir discursos incendiarios antes de las elecciones presidenciales, que las encuestas predicen que Bolsonaro va a perder.

La desinformación ha sido durante mucho tiempo una característica de la actividad de Bolsonaro en las redes sociales, y Facebook, Twitter y YouTube ya han eliminado varias de sus publicaciones debido a sus afirmaciones infundadas sobre el Covid-19. Pero algunos analistas, como Direitos Na rede –una coalición de organizaciones académicas y de la sociedad civil brasileñas– dicen que estas plataformas no hacen lo suficiente para contener a Bolsonaro, tolerando supuestas violaciones repetidas de sus términos de contratación.

La normativa, aprobada primero por el ejecutivo como medida provisional, pretendía limitar los discursos que las compañías podían eliminar de sus redes sociales, disminuyendo su capacidad para luchar contra las noticias falsas, el acoso y el discurso del odio en línea. Como preveían los analistas, la medida fue rápidamente anulada, primero por el Senado y luego por el Tribunal Supremo.

 

Una preocupante visión de la moderación de contenidos

Pero el equipo de Bolsonaro probablemente era consciente de que la medida provisional –un atajo del que dispone el ejecutivo para promulgar leyes solo durante emergencias– sería de corta duración. Señalando que las intenciones del gobierno siguen en pie, la medida fue reintroducida más tarde en forma de propuesta de ley, lo que empujará al Congreso a reabrir la discusión sobre la preocupante visión de Bolsonaro sobre la moderación de contenidos.

La propuesta ayuda a Bolsonaro a reforzar ante sus seguidores la idea de que las plataformas de redes sociales están intentando amordazar las voces conservadoras, e indica el compromiso del presidente de proteger el tipo de discurso incendiario que ha caracterizado tanto a su administración como a su base de seguidores. En resumen, la medida buscar otorgar una legitimidad renovada a la retórica divisiva del presidente.

 

«La normativa limitaría la retirada de contenidos a lo que el gobierno considera ‘causas justas’ como la desnudez, el terrorismo, la delincuencia, la violencia o las infracciones de derechos de autor, pero no la incitación al odio y la desinformación»

 

El momento tampoco es una coincidencia, con el país encaminado hacia unas elecciones muy disputadas, a celebrar en octubre de 2022. Bolsonaro parece estar dispuesto a modificar el Marco Civil de Internet, la progresista regulación digital brasileña, alabada internacionalmente y desarrollada después de un amplio debate público. También tiene aspiraciones específicas sobre cómo se debe gobernar la información en línea: desde el gobierno, de arriba hacia abajo, y sin tener en cuenta discursos potencialmente ilegales y dañinos.

La medida también forma parte de los esfuerzos más amplios de las voces conservadoras de Estados Unidos y Brasil para impulsar una supervisión mínima de los contenidos en nombre de la libertad de expresión, y la regulación propuesta está plagada de contradicciones, lo que pone de manifiesto una comprensión inadecuada de las complejidades de la moderación de contenidos.

La normativa limitaría la retirada de contenidos a lo que el gobierno considera “causas justas” como la desnudez, el terrorismo, la delincuencia, la violencia o las infracciones de derechos de autor, pero no la incitación al odio y la desinformación. Para todo lo que no se considere una causa justa, las plataformas tendrían que obtener órdenes judiciales para autorizar la retirada y, debido al enorme volumen de contenidos que se gestionan, esto haría inviable la moderación de contenidos. En resumen, la medida parece estar diseñada para obligar a las plataformas a aceptar discursos que, de otro modo, serían objeto de retirada.

La propuesta de Bolsonaro también pretende alterar las normas de responsabilidad de los intermediarios que –con pequeñas variaciones entre países– han sentado las bases de los regímenes de moderación de contenidos en Brasil y en otros Estados. Estas normas, consagradas en el Marco Civil de Internet, liberan a las compañías tecnológicas de la responsabilidad por los contenidos generados por terceros en sus plataformas de redes sociales –a menos que se les exija retirarlos por orden judicial–, pero les otorgan el derecho a moderar los contenidos con el fin de curar la experiencia del usuario.

 

«Las redes sociales podrían convertirse en entornos tóxicos donde la desinformación, el acoso, el discurso del odio o la incitación a la violencia proliferen»

 

Apartándose de este modelo, la propuesta regulatoria de Bolsonaro busca tomar el control de la moderación de contenidos haciendo que sea el gobierno el que determine en nombre de las compañías tecnológicas qué discurso debe ser eliminado y qué discurso puede permanecer en sus plataformas.

Una moderación adecuada de los contenidos es necesaria para construir espacios digitales seguros e inclusivos y proteger la libertad de expresión. Los engorrosos procesos de eliminación –como los de la propuesta de Bolsonaro– desincentivan la eliminación de contenidos nocivos. Si se combinan con permisos estrechos sobre el contenido que puede ser eliminado y que pasan por alto de manera intencionada el contenido ilegal y dañino, las plataformas de redes sociales se convertirían en entornos tóxicos donde la desinformación, el acoso, el discurso del odio o la incitación a la violencia podrían proliferar.

Aunque el Congreso y el poder judicial de Brasil adoptaron una postura firme y conjunta para derogar la medida original, Bolsonaro puede inspirar a otros gobiernos autoritarios a adoptar estrategias similares para reinar en las redes sociales. La regulación por imitación no es rara, como demuestran las versiones distorsionadas de la ley alemana de desinformación NetzDG que se adoptan –y transforman en herramientas de censura– en Venezuela y Honduras.

Los gobiernos autoritarios que sigan el ejemplo de Bolsonaro en países con sistemas de control y equilibrio más débiles podrían impedir que las redes sociales eliminen la desinformación y el discurso incendiario en línea.

 

Desinformación sistemática

Bolsonaro también dio a conocer sus planes justo un día antes de que sus partidarios fueran invitados a movilizarse a las puertas de la Corte Suprema de Brasilia y en otras ciudades, en un evento que se asemejaba bastante a las convocatorias lanzadas por Trump antes del asalto al Capitolio de EEUU del 6 de enero de este año. Los analistas describieron los hechos como una “demostración de fuerza” contra el máximo tribunal de Brasil, que actualmente investiga a los círculos íntimos de Bolsonaro por llevar a cabo, supuestamente, campañas sistemáticas de desinformación desde el gobierno.

En un sorprendente parecido con la retórica electoral de Trump en EEUU, Bolsonaro intenta ahora levantar sospechas de que las elecciones de 2022 en Brasil estarán amañadas, sin aportar ninguna prueba que respalde tales afirmaciones. Asimismo, la importante presencia estadounidense en la reciente conferencia conservadora celebrada en Brasilia, que fue comparada con la Conferencia de Acción Política Conservadora de EEUU, la CPAC, indica que Bolsonaro podría estar recibiendo orientación y consejos por parte de aliados de Trump y antiguos colaboradores.

 

«Bolsonaro podría estar recibiendo orientación y consejos por parte de aliados de Trump y antiguos colaboradores»

 

La moderación de contenidos exige, sin duda, la supervisión y la regulación del gobierno, y los líderes populistas se sienten tentados a manipularla para obtener beneficios políticos y controlar los discursos, sobre todo a medida que la esfera digital se vuelve cada vez más central en el debate político.

Dado que la moderación de los contenidos de las redes sociales va a desempeñar un papel cada vez más crítico en la protección –o el menoscabo– de los valores de las sociedades abiertas y democráticas, se exige que la regulación emane del debate y el consenso. Solo con este nivel de pluralidad se puede alcanzar un equilibrio adecuado que defienda la libertad de expresión y, al mismo tiempo, proporcione las vías adecuadas para hacer frente a la desinformación, la manipulación electoral y los daños en línea.

Artículo publicado en inglés en la web de Chatham House.

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