Chile, país minero

 |  14 de octubre de 2010

Impregnado con el aroma épico de las aventuras humanas que viajan al límite y realzado con la trascendencia confortante de las empresas colectivas de redención coronadas por el éxito, el rescate de los 33 mineros chilenos atrapados a 700 metros de profundidad se ha convertido en un acontecimiento global que retrata al género humano, y en una oportunidad para Chile de mostrar su cara al mundo.

El coste total de la operación de rescate ha sido de más de 20 millones de dólares, de los cuales 15 han sido aportados por Codelco, la Corporación Nacional del Cobre de Chile, empresa autónoma propiedad del Estado chileno. Se trata del primer productor de cobre del mundo, en posesión de cerca del 20% de las reservas mundiales del metal rojo. Los otros cinco millones han provenido de las compañías mineras privadas Collahuasi, Escondida y Anglo American, entre otras, que financiaron equipos y dispusieron de expertos para rescate. Uno de los principales costes fue el derivado del uso de la perforadora SchraamT-130, propiedad de Collahuasi, cuya operación diaria costaba alrededor de 18.000 dólares. Gracias a esta perforadora se pudo excavar el túnel por el que los mineros regresaron a la superficie.

La minería es la industria chilena más competitiva y relevante en el ámbito internacional. Entre 2005 y 2009, la industria minera supuso el 18,7% del PIB, además de contribuir con el 25,1% de los ingresos fiscales y generar el 61% de las exportaciones. Chile es un país minero, no cabe duda. Con tan sólo el 0,6% de la superficie terrestre y 0,3% de la población e ingreso mundial, el país suramericano es el primer productor de cobre, nitratos naturales, yodo y litio, ocupa el tercer lugar en la producción de molibdeno y el quinto en plata, y es responsable, asimismo, del 35% de la producción mundial de cobre de mina.

De la sabiduría con la que Chile gestiona los réditos de su actividad minera era buen ejemplo el Fondo de Estabilización de los Ingresos del Cobre, que ha pasado a formar parte del Fondo de Estabilización Económica y Social, constituido en 2007 para financiar eventuales déficit fiscales y realizar amortizaciones de la deuda pública, contribuyendo así a que el gasto fiscal no se vea afectado en exceso por los vaivenes de la economía mundial y la volatilidad de los ingresos que provienen de los impuestos, el cobre y otras fuentes.

Sin embargo, no todos son parabienes. Según lamenta un informe de la Sociedad Nacional de Minería chilena (SONAMI), “a pesar de su importancia internacional y de su aporte al bienestar social y económico, la minería no cuenta con una adecuada valoración en la opinión pública nacional, y la mayoría de los chilenos no se identifica como parte de un país minero. No obstante, en el último tiempo, se han logrado algunos avances, puesto que la opinión pública reconoce a la minería como la mejor industria”. El informe explica que “los mejores talentos de que dispone Chile están aún ajenos a la minería”, y pone como ejemplo “el histórico desinterés de los jóvenes por estudiar carreras relacionadas con el sector”.

El propio presidente de Chile, Sebastián Piñera, ha asegurado que no se permitirá que los mineros vuelvan a trabajar en las condiciones que han conducido a este accidente y que se revisarán las medidas de seguridad de las minas del país.

El informe de SONAMI llama la atención sobre la necesidad de cuidar no sólo los productos (cobre, litio, plata) sino la forma como han sido elaborados, siendo importantes los procedimientos utilizados desde un punto de vista ambiental, el trato de las personas y el vínculo con las comunidades que rodean las zonas de operaciones. “Para dotar al país de buenas prácticas al respecto”, explica el informe, “se requieren acertadas regulaciones en temas ambientales, laborales y de relaciones con comunidades”. Sin embargo, tal como están hoy diseñadas algunas de estas normativas, advierte SONAMI, “estos podrían limitar de manera injustificada el crecimiento de la minería”.

Y además, como se ha visto, propiciar una de las epopeyas más seguidas de los últimos tiempos, por fortuna con final feliz.

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