Contar África (y el ébola) no es fácil

Myriam Redondo
 |  27 de agosto de 2014

El modo como se está narrando el brote que ha infectado a más de 2.600 personas en África Occidental incide, según algunos expertos, en algunos de los peores clichés sobre el continente: un lugar sucio cuyos habitantes expanden enfermedades por el mundo.

¿Qué relación hay entre el chimpancé y el ébola? La última portada de la revista Newsweek presenta una fotografía de este animal con el título “Una puerta trasera para el ébola” y el subtítulo “El contrabando de carne de animales salvajes podría desencadenar una epidemia en EEUU”.

En su reportaje, Newsweek recuerda que esta carne (bushmeat es su nombre en inglés, viande de brousse en francés) es del gusto de muchos norteamericanos de origen africano, que la consumen pese a ser ilegal –y muy cara- en EEUU. Explica que en estas comunidades su adquisición es un placer y un lujo, tal y como podría serlo para los emigrantes rusos de Brooklyn “consumir caviar ilegalmente importado”. De acuerdo a un informe de 2007 obtenido por la revista, el producto es un potencial vector de enfermedades como el virus del simio, el síndrome respiratorio agudo o el virus del ébola.

Desde un blog de The Washington Post, las especialistas Laura Seay y Kim Yi Dione han contestado duramente al reportaje de Newsweek con un artículo titulado “La larga y fea tradición de tratar África como un lugar sucio, enfermo”. En realidad, el término bushmeat es extenso y puede alcanzar también lo que en español sería “carne de caza”. Por eso, para Seay y Yi Dione no debe identificarse a quienes la consumen con personas que comen necesariamente chimpancé, ya que hay muchas otras especies incluidas (puede pensarse incluso en un ciervo o un jabalí).

En la “zona ébola”, la mayoría de los habitantes que se alimentan con carne de animales salvajes consumen este tipo de especies y no chimpancé. Además, existen muchas dudas científicas y, con independencia de brotes anteriores, las especialistas recuerdan que el actual al que se refiere la revista no pareció partir del consumo de chimpancés sino probablemente de los murciélagos. Son sus huéspedes naturales.

Aunque se han conocido casos de ébola en primates no humanos -como el que aparece en la portada de Newsweek-, no se ha hallado el virus en la delicatessen de roedores disponible en el Bronx de la que habla la fuente de Newsweek. En definitiva, que se están mezclando conceptos. «Extrapolar la posibilidad de que se produzca un salto del ébola de animales a humanos en Estados Unidos -donde no se venden murciélagos frugívoros- no sólo es engañoso sino irresponsable», dicen Seay y Yi Dione.

Las autoras esgrimen que el artículo, basado en un informe antiguo, simplifica, generaliza, genera alarma y pone en el punto de mira a los emigrantes africanos y la población de color. Creen que enlaza con las coberturas más colonialistas y racistas del continente, las que describen a todos sus habitantes como personas próximas a los primates, sexualizadas, salvajes e incluso caníbales. El periodista Howard French lo ha llamado “periodismo uga-buga”, que tiende a lo exótico y deshumaniza África. «¡Los negros a las puertas!» dicen desde la siempre sarcástica Africa is a country.

El debate se ha amplificado en las redes sociales y puede consultarse en la etiqueta #Newsweekfail de Twitter. Kim Yi Dione ha recopilado las principales reacciones de los lectores al artículo original.  Muchos destacan que el texto de Newsweek es fruto de la histeria ante la enfermedad y de los mitos que circulan sobre África, aunque hay quien sostiene que es el artículo de The Washington Post el que muestra una obsesión absurda con el racismo y está decidido a encontrarlo en cualquier artículo. Jim Impoco, editor de Newsweek, ha defendido a la revista retuiteando comentarios que justifican el trabajo realizado.»No creo que la historia tuviera mal gusto», anima un lector.

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Cobertura periodística de África

En casos como el del ébola, el papel de la prensa para tranquilizar a los ciudadanos y guiar sobre la enfermedad (cómo evitar contagiarse) es básico. El brote actual añade una capa al cansancio de algunos africanistas, que observan cómo el continente no acaba de desembarazarse de sus mitos en los medios occidentales.

En su artículo África en los medios españoles, el profesor de la Universidad Complutense Felipe Sahagún hace una compilación muy detallada de análisis sobre los aciertos y desaciertos de la cobertura periodística de África. Señala que por debajo del Sáhara, la percepción que se tiene en España es la de “un conglomerado caótico de fuentes de inseguridad humana alimentadas por guerras civiles, estados frágiles, delincuencia más o menos organizada, dictadores sin escrúpulos, desastres naturales y otros conflictos”. Sahagún cree que el artículo de Seay y Dione es una reflexión «documentadísima y muy interesante» pero que no entra en serio «en el problema actual del ébola y en las respuestas más eficaces».

Aunque se observa alguna luz de «afrooptimismo», el «afropesimismo» persiste en los medios. Alberto Rojas, periodista de El Mundo y viajero incansable a África, dice a Sahagún sobre el continente: “Hasta que no nos demos cuenta de que parte de nuestro futuro puede estar ligado a esta gente, no le prestaremos la más mínima atención. Pero países como Ruanda, arrasados hace 19 años por un genocidio, crecen hoy a más del 10% del PIB. ¿Qué ha sucedido aquí? ¿Por qué no nos hemos enterado? ¿A alguien le importa?”

Xavier Aldekoa, corresponsal de La Vanguardia en África, explica a Política Exterior: “Hay colegas que se han recorrido, conocen y quieren a África y se nota en su trabajo; también hay un periodismo conradiano -o de «corazón de las tinieblas»- que tira de generalizaciones y prejuicios porque es más sencillo atrapar al lector con ese aura de misterio y, principalmente, porque eso es lo que espera el jefe y, supuestamente, el lector. La lucha contra el tópico, contra la vaguedad del análisis y la imagen distorsionada es un combate que no podemos perder. En África hay guerra, selva y hambre, pero también crecimiento, modernidad y vida”.

Según la BBC, en África Occiental se han infectado más de 2.600 personas por el virus, de las que han fallecido cerca de la mitad. Algunos artículos realizados en el terreno son escalofriantes. Caos, desbordamiento y confusión asuelan las zonas afectadas. El personal humanitario pide más expertos, dedicación y recursos.  Muchos medios, gobiernos y ciudadanos han empezado a prestar atención prioritaria a la enfermedad sólo cuando comenzó a afectar a activistas y misioneros blancos o a africanos que viajaban fuera del continente y podían extender el contagio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ofrece en su web una infografía destinada a las personas que viajan al continente, no a las que viven en él.

«Basta con escuchar a los ministros de Sanidad de los cuatro países más afectados o a los responsales de la OMS en ellos para saber lo importante que son en esta crisis la cultura, las tradiciones y la falta absoluta de recursos humanos y materiales: dos médicos por cien mil habitantes y concentrados casi todos en las zonas urbanas (caso de Liberia, por ejemplo)», explica Sahagún.

Dice Aldekoa que, además de haber colapsado la red sanitaria de Sierra Leona, Guinea y Liberia, el ébola ha dejado en evidencia al primer mundo: “Hemos demostrado el miedo más egoísta en mucho tiempo. Miedo al contagio por culpa de quien viene de lejos. Y no hay nada que parezca estar más lejos que África…”. El color y la lejanía han vuelto a determinar el modo –equivocado- de contar el problema.

 

 

 

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