Cuando la no-proliferación funciona

Jorge Tamames
 |  11 de agosto de 2015

70 años después del bombardeo de Hiroshima, la proliferación nuclear continúa siendo uno de los principales retos de seguridad global. Una cuestión que, a juzgar por la alarma que genera, no está bien encauzada. Parte del problema es que los fracasos en materia de proliferación nuclear son clamorosos, pero que los éxitos son discretos. A continuación, una lista de países que consideraron desarrollar armamento nuclear y que, presión internacional o doméstica mediante, terminaron abandonando la iniciativa.

Pero antes, dos incisos. Primero: la posesión de armamento nuclear no tiene por qué ser, necesariamente, catastrófica. El catedrático de Berkeley y Columbia Kenneth Waltz defendió a lo largo de su carrera las virtudes de las bombas atómicas. Brutalmente simplificado, el argumento de Waltz es que la disuasión nuclear garantiza respeto entre países que, de lo contrario, intentarían desestabilizarse a cualquier precio. En 2012, Waltz publicó un famoso artículo argumentando que el programa nuclear iraní podría dotar a Oriente Próximo de una mayor estabilidad.

Segundo: el desarrollo de armamento nuclear siempre se entremezcla con cuestiones ideológicas. Cuando China obtuvo la bomba, se pensaba que un régimen maoísta con escasas consideraciones humanitarias no dudaría en usarla a la primera de cambio. En realidad, Pekín mantuvo su tradicional realismo en política exterior (la única amenaza nuclear la realizó contra la URSS, en el punto álgido de la ruptura sino-soviética). Hoy ocurre lo mismo con Irán, que según sus detractores es una teocracia sin escrúpulos. En realidad, la geopolítica pesa mucho más que la ideología para los Estados que adquieren armamento nuclear. La bomba nuclear es el equivalente geopolítico de un seguro a todo riesgo. Por eso es esencial para países que se consideran acorralados por sus rivales –como Rusia, Irán, o Corea del Norte.

1) Sudáfrica. El régimen del apartheid no sólo desarrolló un programa nuclear durante los años 70 (con ayuda de Israel). También construyó seis misiles nucleares, y, se sospecha, detonó una bomba nuclear en el sur del Océano Índico. También fue el primer país en destruir su arsenal nuclear poco después, aunque lo hizo sin llegar a admitir su existencia.

2) Brasil y Argentina: las juntas militares que gobernaron ambos países consideraron desarrollar arsenales nucleares a finales de los setenta y principios de los ochenta. Se trataba de dictaduras cuya principal inquietud era la existencia de una oposición izquierdista, y contra ella poco podía hacer un arsenal nuclear. Terminaron por abandonar los programas. Hoy ambos países realizan inspecciones bilaterales.

3) Taiwán y Corea del Sur: aunque los dos firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear en los años 70, mantuvieron, al mismo tiempo, programas nucleares secretos. En ambos casos, las garantías de seguridad americanas (incluyendo, en el caso de Corea del Sur, un paraguas nuclear ante una posible bomba norcoreana) fueron claves para frenarlos.

4) La mayor parte de Oriente Próximo. El Irak de Sadam Hussein mantuvo un programa nuclear clandestino, aunque en 2003 ya era historia. Israel bombardeó el reactor nuclear iraquí en Osirak en 1981. Israel también bombardeó una planta en Siria en 2007, so pretexto de que pudieran servir para desarrollar una bomba nuclear. E Israel ha amenazado repetidamente con bombardear las instalaciones nucleares de Irán, incluso cuando las negociaciones de su programa nuclear progresaban (o, mejor dicho, precisamente cuando lo hacían). Paradójicamente, Israel es el único país en la región que tiene un arsenal nuclear (aunque no lo niega ni lo desmiente), y el principal obstáculo para la creación de una zona libre de armamento nuclear en Oriente Próximo.

5) Libia. Muamar Gadafi se comprometió a liquidar su intento de programa nuclear a cambio de normalizar sus relaciones diplomáticas con Occidente. Libia abandonó el programa y Gadafi se dedicó a recorrer Europa con su jaima y su guardia femenina, regando el viejo mundo de petróleo. Después llegó la primavera árabe, las cosas se torcieron, y Gadafi acabó –merced de una intervención occidental– asesinado. Moraleja para Kim Jong-un: jamás te deshagas de tu arsenal nuclear. Excelente precedente.

6) Las repúblicas post-soviéticas. Ucrania, Kazajistán y Bielorrusia se deshicieron, respectivamente, de 5.000, 1.400, y 81 cabezas nucleares entre la caída de la URSS y 2005. El precio de mantener los arsenales era prohibitivo para las nuevas repúblicas, y EE UU ofreció compensaciones económicas a cambio de que los enviasen de vuelta a Rusia. Sin duda hoy en Kiev habrá quien se arrepienta.

7) Japón. Tokio mantiene, con el fin de contener la influencia de China, una capacidad nuclear latente. Esto quiere decir que, aunque carezca de un arsenal nuclear, cuenta con las instalaciones, capacidad técnica y vectores (en concreto, misiles) para desarrollar una bomba en cuestión meses. Decíamos antes que el desarrollo de armas nucleares es siempre una cuestión estratégica y no ideológica. ¿Qué mejor ejemplo que el del país que vivió en sus carnes los horrores de Hiroshima y Nagasaki?

 

 

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