Cuando la tierra tiembla y pintan bastos

Pablo Colomer
 |  30 de abril de 2015

“Fruto del amor del hombre con la Tierra nace la casa, esa tierra ordenada en la que el hombre se guarece cuando la tierra tiembla –cuando pintan bastos– para seguir amándola”. La frase es de Camilo José Cela y, al tiempo que conmueve, confunde. Cuando la tierra tiembla literalmente, lo más recomendable es poner cielo abierto de por medio. Sirva el terremoto de Nepal, como tantos otros en la las últimas décadas –Haití, Chile, Pakistán, China, Indonesia–, como advertencia.

En los medios recomiendan poner rostro a las catástrofes, humanizar las cifras de muertos, heridos y desplazados, sirviéndose para ello de historias personales. Trágicas, milagrosas, aterradoras, edificantes. Aquí me propongo hacer lo contrario. Poner cifras al muy humano sentimiento de pánico que emerge cuando la naturaleza nos vuelve la espalda. Cada vez que una inundación, una tormenta o un terremoto asuelan una región del planeta saltan las alarmas apocalípticas instaladas en nuestras mentes y corazones. Si se suceden dos catástrofes naturales en un corto espacio de tiempo, parece que el mundo se acaba. Nada más lejos de la realidad. Al menos, por ahora.

En la actualidad, no solo hay más víctimas potenciales de catástrofes naturales que hace medio siglo, sino que la edificación en llanuras aluviales, zonas de terremotos u otras áreas de alto riesgo ha incrementado la probabilidades de que un peligro natural rutinario se convierta en una catástrofe de proporciones épicas. La frecuencia de los desastres geofísicos (terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas) se ha mantenido, sin embargo, constante durante las últimas tres décadas, según datos del Centro de Investigación sobre Epidemología de los Desastres (CRED). Sí ha habido un aumento sostenido de eventos relacionados con el clima, sobre todo inundaciones y tormentas, lo que ha elevado el número total de catástrofes.

 

Desastres naturales

Centro de Investigación sobre Epidemología de los Desastres

 

Las inundaciones causaron la mayoría de los desastres (43%) entre 1994 y 2013 y afectaron a unos 2.500 millones de personas. Las tormentas han sido el segundo tipo de desastre más frecuente (28%), mientras que los terremotos (8%, tsunamis incluidos) han matado más gente que el resto de desastres juntos, acabando con la vida de cerca de 750.000 personas en dicho periodo. En total, los 6.873 desastres naturales registrados por el CRED entre 1994 y 2013 causaron 1,35 millones de muertos, una media de 68.000 al año. Las muertes causadas de manera indirecta por los desastres (derivadas de enfermedades, epidemias) no se contabilizan.

En este periodo han ocurrido tres megadesastres (más de 100.000 muertos): el tsunami asiático, que dejó 226.400 muertos en 12 países en 2004; el ciclón Nargis de Myanmar, que en 2008 provocó 138.000 muertos; y el terremoto de Haití en 2010, que dejó 222.600 fallecidos.

 

Muertos en desastres naturales

Centro de Investigación sobre Epidemología de los Desastres

 

En el caso de los países menos desarrollados, tras la tormenta rara vez llega la calma. Según el primer ministro de Nepal, Sushil Koirala, el número de fallecidos por el terremoto podría superar los 10.000 (en el terremoto de 1934 perdieron la vida 8.500 personas), mientras que los afectados rondarían los ocho millones en un país de 28 millones de habitantes. Al tiempo que Katmandú comienza a recuperar cierta normalidad, el país se prepara para años de dificultades. El coste total de la reconstrucción podría superar los 5.000 millones de dólares, lo que supone alrededor del 20% del PIB del país. En 2014 la economía logró crecer al 5,5% y el Fondo Monetario Internacional calculaba para este año un crecimiento del 5%. Tras el terremoto será difícil, si no imposible, alcanzar esa cifra.

Según el CRED, los países de renta baja sufrieron entre 1994 y 2013 tres veces más muertes por desastre natural (332 fallecidos) que los países de renta alta (105 fallecidos). Si sumamos los países de renta baja y media-baja por un lado y los países de renta alta y media-alta por el otro, el patrón es similar. Los segundos sufrieron el 56% de los desastres pero el 32% de las muertes, mientras que los países más pobres sufrieron el 44% de los desastres y el 68% de las muertes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *