#DataméricaGlobal: TLCAN y la proyección de Norteamérica

Política Exterior, Real Instituto Elcano, Flacso España
 |  12 de julio de 2017

Uno de los grandes interrogantes de la administración de Donald Trump es qué futuro le espera al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y cómo afectará su rediseño a la proyección internacional de sus tres miembros: Estados Unidos, México y Canadá. Concebido originalmente como un tratado centrado en eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y servicios, el TLCAN rápidamente fue ganando terreno internacional debido a una ambiciosa perspectiva que buscaba ir más allá de lo comercial. A partir de la apertura trilateral no solo se aceleró la dimensión económica, sino que también creó un precedente para el incremento de otras dimensiones como su presencia blanda o la cooperación en materia de seguridad.

El TLCAN incluye al país número uno en el ranking del Índice Elcano de Presencia Global, EEUU, que lidera las tres dimensiones del índice (presencia económica, militar y blanda) y que ha mantenido una proyección combinada en todas ellas, aunque con especial crecimiento de su presencia económica, que representa casi la mitad de su presencia global en 2015 (48.4%), y cuya dimensión militar supera por mucho a la del resto de los países del índice (23.2%).

 

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Canadá ocupa la octava posición del ranking de 2016, destacando dentro de la dimensión económica (68.2% de su presencia global) y de la blanda (25.6%), respectivamente, su presencia en inversiones (40.8%) y en tecnología (8.2%) como sus principales fuentes de proyección exterior.

Por su parte, México, pese a ser el segundo país con mayor presencia global en América Latina solo por detrás de Brasil, ocupa el puesto 23 en el ranking mundial, con un perfil de presencia fundamentalmente económica (82.1% de su presencia en 2016), centrada en la exportación de manufacturas (36%), inversiones (16.2%) y bienes primarios (12.7%).

Desde su puesta en marcha en 1994, el TLCAN se ha convertido en un referente del comercio internacional debido a los grandes flujos de mercancías y dinero que involucra. En 2015 representó el 14% de las exportaciones mundiales, según el Examen Estadístico del Comercio Mundial 2016 de la Organización Mundial del Comercio (OMC), convirtiéndose así en el segundo acuerdo comercial más importante del mundo en términos monetarios solo debajo de la Unión Europea, con un valor de exportaciones de mercancías y servicios que ascendió a 2,3 billones y 789.000 millones de dólares, respectivamente. Un resultado relvante si se tiene en cuenta que un tratado incluye a tres países y el otro a 28, los cuales en conjunto alcanzaron 5,3 y 1,9 billones de dólares en exportaciones de mercancías y servicios.

 

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El TLCAN ha servido en gran medida para incrementar la presencia global de América del Norte, gracias al diversificado perfil comercial de EEUU y Canadá. Por su parte, México se ha visto en la necesidad de transformar su matriz productiva para depender cada vez menos de bienes primarios como el petróleo, que representó en 2015 solo un 5% de sus exportaciones totales, según cifras oficiales del Atlas de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard.

En buena medida, la transformación productiva mexicana ha sido impulsada por el tratado, incentivando los flujos de inversión, el crecimiento de las exportaciones de manufacturas y servicios, que pasaron de 40,7 en 1990 a 298 millones de dólares en 2010, según la base de datos de la OMC. Incluso, durante algún tiempo, llegó a flexibilizar la frontera con EEUU, permitiendo un mayor flujo de migración, turismo, información y educación, repercutiendo en los elevados resultados de presencia global que disfruta México frente a otros países de América Latina.

No obstante, otros estudios señalan por el contrario un incremento de la dependencia económica entre México y los otros dos miembros del acuerdo, principalmente EEUU, ya que más del 70% del total de exportaciones mexicanas en 2015 tuvo como destino el mercado estadounidense (cerca de 280.000 millones de dólares). Una cantidad desorbitada si se tiene en consideración que este mismo rubro solo alcanzó los 21.000 millones de dólares en el caso de Canadá.

Este fenómeno también se registra en su contraparte canadiense que, en 2015, dirigió el 76% de sus exportaciones a EEUU –unos 290.000 millones de dólares–, con la salvedad de que, a diferencia de la economía mexicana, que concentra la mayoría de sus exportaciones en el sector manufacturero, Canadá lo hace en bienes primarios y productos de alto valor agregado tecnológico, según Centro de datos estadísticos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.

De esta manera, el TLCAN habría impulsado la diversificación económica de sus miembros, sobre todo la del país económicamente más pequeño del grupo al impulsar el crecimiento de su presencia económica, pero no su diversificación geográfica comercial. Gran parte de la presencia económica de México y Canadá tienen como receptor a los Estados Unidos, lo que termina por reforzar la presencia de América del Norte en el mundo. Sin embargo, esta tendencia no es la misma cuando se analiza desde el lado estadounidense cuyas exportaciones se encuentran más diversificadas geograficamente, en 2015 sólo el 18% de las mismas se dirigieron al mercado canadiense, mientras que un 17% transitaron hacía México.

Unos datos que reflejan la relación entre el desarrollo del TLCAN y la presencia global de América del Norte en su conjunto, y particularmente de EEUU. El desarrollo de vínculos productivo-comerciales entre los integrantes del tratado, con movimientos de capacidades productivas en busca del abaratamiento de costes de producción, habría fortalecido los vínculos entre sus miembros, al tiempo que permitido el incremento de presencia económica de EEUU en otras regiones del mundo.

Un escenario que podría cambiar en los próximos años con Trump, quien ha mostrado su descontento con el TLCAN, y en más de una ocasión ha llamado a la renegociación del acuerdo con la amenaza de impulsar la salida estadounidense. Una situación que, en caso de producirse, incidiría sin duda en la presencia global de América del Norte, Canadá y, por supuesto, México, país con el que se mantienen relaciones comerciales y diplomáticas más estrechas, debido a la enorme dependencia comercial generada tras más de 20 años de vigencia. La renegociación no sólo entorpecería el tránsito de mercancías y servicios, también afectaría el flujo de las inversiones, así como abrir un precedente para obstaculizar indicadores de la presencia blanda, sobre todo mexicana, en migraciones, turismo, información y cultura.

 

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