Elecciones en Túnez: choque pacífico de modelos

 |  21 de octubre de 2011

La golondrina de la primavera árabe celebra elecciones el 23 de octubre. Los casi cuatro millones de tunecinos llamados a las urnas (de un total de 10 millones y medio) tienen que elegir una Asamblea Constituyente de 217 diputados. Su principal tarea será redactar la primera Carta Magna de la región que no será otorgada, a diferencia de la Marroquí, por ejemplo. Al mismo tiempo, dicha Asamblea deberá gobernar la transición hasta la celebración de elecciones legislativas, previstas para antes de un año.

En liza, más de 100 partidos políticos. A la cabeza de todos ellos se sitúa Ennahda (Renacimiento), partido islamista encabezado por Rachi Ghanouchi. Todos los sondeos le dan como claro vencedor.  La incertidumbre en torno a los resultados, no obstante, es elevada. El sistema electoral, fórmula proporcional de resto mayor a nivel de circunscripción, ha sido elaborado para favorecer el pluralismo y la búsqueda de grandes consensos. Esto exige tanto beneficiar a pequeñas formaciones políticas representantes de minorías como dificultar la sobrerrepresentación de fuerzas mayoritarias. Nadie se aventura a imaginar la composición exacta de la futura Asamblea General.

Túnez es el país de la región más homogéneo cultural y étnicamente, sin divisiones religiosas, lingüísticas o tribales relevantes. Sin embargo, su sociedad presenta claras divisiones que se reflejan en la miríada de partidos políticos. Khadija Mohsen-Finan, de la Universidad de París VIII, habla en el último número de Afkar/Ideas (otoño de 2011) de “modelos filosóficos” contrapuestos. Lo explica en un artículo titulado “Túnez: las paradojas de la transición”.

“Para algunos, este período revolucionario es la ocasión para que el país corrija sus desviaciones, especialmente en la relación con el islam –explica Mohsen-Finan—. Para ellos, el modelo burguibiano ‘laicizante’ debería corregirse de forma que Túnez pueda reencontrarse con ‘su identidad y su autenticidad’. Para otros, la revolución en ningún caso debe hacer que los tunecinos pierdan los derechos adquiridos de un periodo en el que se otorgaron numerosos derechos a las mujeres, se replanteó la relación entre lo religioso y lo político, y que izó al país por encima del resto de la región”.

Como reconoce Mohsen-Finan, ninguna autoridad política o intelectual tunecina está hoy en día en disposición de conciliar estos dos “modelos filosóficos”. De ahí la dificultad para que los miembros de la Alta Instancia para la Realización de la Objetivos de la Revolución y de la Reforma Política y de la Transición Democrática, el verdadero piloto de la transición hasta ahora, se pongan de acuerdo sobre las bases que deben servir de modelo a la futura Constitución.

Dichas bases tienen un punto de partida importante en el Pacto republicano aprobado por la Alta Instancia. Con este pacto, lo que buscan los principales actores políticos representados en la Alta Instancia es sentar las bases de la futura República tunecina. Entre los principios fundamentales se encuentra la separación entre los ámbitos religioso y político; la independencia personal de cada ciudadano en sus creencias y en su derecho a practicar los ritos religiosos; la preservación de los derechos adquiridos de la mujer, o la separación de poderes.

A pesar del Pacto, las divisiones permanecen y en algunos casos se han agudizado. Las divergencias se ponen de manifiesto de forma diferente, nos cuenta Mohsen-Finan. Por ejemplo, los representantes de Ennahda en la Alta Instancia querían que el Pacto republicano incluyera el rechazo rotundo a “cualquier forma de normalización con el estado sionista” y el apoyo a la causa palestina. Para otras formaciones, esta condena del Estado de Israel a largo plazo no resulta aceptable, en la medida en que Túnez puede llegar a tener que normalizar sus relaciones con un país propenso a cambiar.

Más allá de estas cuestiones que afectan a los intereses diplomáticos del país, como explica Lluís Bassets, director adjunto de El País, en su blog Del alfiler al elefante, Túnez será “el primero en el experimento del siglo, que consiste en comprobar cómo ligan Islam y democracia en territorio árabe, donde nunca antes habían conseguido encontrarse”.

Para más información:

Yadh Ben Achour, «La voz del derecho en la transición democrática». Afkar/Ideas núm. 30, verano 2011.

Hafidha Chekir, «Los derechos de las mujeres en la Constitución». Afkar/Ideas núm. 31, otoño 2011.

Ridha Kéfi, «Desafíos para la transición y el consenso en Túnez». Política Exterior núm. 143, septiembre-octubre 2011.

Salam Kawakibi, «Transiciones convulsas en Túnez y Egipto «. Afkar/Ideas núm. 30, verano 2011.

Radhi Meddeb, «Europa ante un Túnez anclado al mundo libre». Política Exterior núm. 140, marzo-abril 2011.

Ridha Kéfi, «Túnez entre dos épocas». Afkar/Ideas núm. 29, primavera 2011.

Guadalupe Martínez Fuentes, «Elecciones a la Asamblea Constituyente de Túnez: claves del juego electoral». Real Instituto Elcano, octubre 2011.

 

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