Informar en México es la guerra

Myriam Redondo
 |  13 de septiembre de 2014

La fotografía de la periodista Karla Janeth Silva, salvajemente agredida en México, sacudió esta semana las redes sociales. Pero la escena es en realidad habitual: muchos reporteros mexicanos informan desde hace años en un contexto de violencia que se asemeja al de un conflicto bélico.

Las imágenes de Silva golpeada han provocado protestas en el gremio, pero no puede decirse que hayan conmocionado o sorprendido a la sociedad. México figura en el puesto séptimo del ranking de impunidad elaborado por el Committee to Protect Journalists (CPJ). Esta organización destaca en su listado en qué países se producen más asesinatos contra periodistas sin consecuencias penales para los atacantes. En 2013, a México sólo le precedieron Irak, Somalia, Filipinas, Sri Lanka, Siria y Afganistán en esta lista negra.

En algunas zonas mexicanas, los profesionales de la información se sienten “corresponsales de guerra en nuestro propio país”. Así se describía la situación en una reciente tertulia radiofónica con participación de la periodista Marcela Turati, premio Louis M. Lyon a la conciencia e integridad por la Fundación Nieman (Harvard) tras años de cobertura incansable de la narcoviolencia. En muchos ocasiones, los ataques a los reporteros se derivan de su “intromisión” y denuncia de casos vinculados con el narcotráfico.

En el caso de Silva, tres asaltantes entraron en el diario donde trabaja, El heraldo de León (estado de Guanajuato) y la golpearon en el pecho y la cabeza, según testigos presenciales, mientras le advertían que rebajara el tono de sus artículos: “Bájale de huevos a tus notas”. La periodista había denunciado en sus textos la pasividad de las autoridades ante la inseguridad en la zona, pero el Gobierno municipal ha negado cualquier participación en el “horrible ataque”.

Ha habido cerca de 1.000 ataques contra periodistas en México desde 2009, según Darío Ramírez, director de Artículo 19. Esta organización, que promueve el derecho a la libertad de expresión en todo el mundo, toma su nombre del mismo artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que hace también referencia a esa libertad. En el documental Silencio Forzado, que puede verse en Internet, Artículo 19 explica los peligros de tener una prensa silenciada.

Ramírez recordaba recientemente en un programa de televisión que el problema no lo tienen sólo los reporteros: “Imagínense que un día nos levantamos, no hay radio, no hay prensa, y no sabemos lo que hacen los diputados, los senadores; no sabemos quién se robó el dinero, no sabemos actos de corrupción, actos de violencia… Nada. Eso es lo que pasa. Ese efecto de buscar información y que no haya ya sucede en este país”.

Pero no parece que eso vaya a ocurrir del todo. Silva ha declarado: «Debo dimensionar lo sucedido; fue complicado, pero no tengo por qué dejar la ciudad o la profesión. Soy una persona activa y espero recuperarme pronto. Como dicen, no hay peor enemigo del hombre que el miedo”.

 

 

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