Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior

 |  30 de agosto de 2010
Centroamérica.
La violencia mexicana se extiende.

El presidente mexicano, Felipe Calderón, ha declarado que la lista de muertes en su país (que avanza hacia las 12.000 personas este año, frente a las menos de 2.200 en 2006, cuando asumió el poder) como producto de la guerra contra el narcotráfico, es solo el “polvo de la limpieza del hogar que está en marcha en México”, y ha pedido un debate nacional sobre la legalización de las drogas como estrategia para romper las estructuras económicas que permiten a las mafias generar sus enormes beneficios. Seis de los posibles candidatos a la presidencia en 2012 han afirmado que México debería legalizar la comercialización de la marihuana si California aprueba en referéndum una medida similar el próximo noviembre.

Pero si México está perdido en un laberinto de difícil salida, el impacto de la guerra mexicana está poniéndo a los débiles países centroamericanos en peligro de convertirse en Estados fallidos. Por los territorios de Guatemala, El Salvador y Honduras discurren algunas de las principales rutas del contrabando de drogas hacia ee uu. Mientras que la tasa de homicidios en México es de 14 por cada 100.000 habitantes, la de esos tres países la cuadriplica. En El Salvador, el país más violento de América Latina tras Venezuela, los homicidios aumentaron un 37% en 2009, hasta 71 por 100.000 habitantes.

La presión sobre los carteles en México ha desplazado a muchos de sus miembros a Centroamérica en busca de un entorno más favorable para sus operaciones, conscientes de la precariedad de los sistemas judiciales y de seguridad de esos países.

Guatemala y Honduras tienen menos de la mitad de policías per cápita que México. Las capturas de alijos de cocaína en la región se cuadriplicaron entre 2004 y 2007, según cifras recientes de las Naciones Unidas. Desde 2007, ee uu ha asignado 258 millones de dólares para la lucha contra el narcotráfico en la región, pero apenas el 9% de esa cifra se ha entregado. En regiones rurales de Guatemala, la banda mexicana de los Zetas, integrada por ex comandos del ejército, ha establecido campos de entrenamiento para reclutar como sicarios a ex militares y policías.

En julio, cuatro cabezas humanas fueron dejadas en las escalinatas del Congreso guatemalteco, en una señal de advertencia característica de los cárteles mexicanos. Según un reciente informe del International Crisis Group, Guatemala se ha convertido en un paraíso para los criminales por los altos niveles de impunidad. Siete de las 22 provincias del país están controladas por criminales. Por los 6.548 asesinatos cometidos en 2009, solo fueron detenidos 423 sospechosos. En los últimos dos años, dos jefes de la policía, el encargado de la lucha contra las drogas y un ex presidente han sido arrestados por cargos relacionados con el narcotráfico y la corrupción.

En Honduras, los carteles mexicanos han establecido centros de operaciones para coordinar los embarques de cocaína por mar y aire a lo largo de las poco controladas costas caribeñas, con frecuencia con la complicidad de las autoridades locales. En diciembre, el “zar” de las drogas hondureño, general Arístides González, fue asesinado cuando intentaba clausurar una pista de aterrizaje que utilizaba el cártel de Sinaloa.

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