Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior

 |  27 de diciembre de 2010

El litio, nueva oportunidad minera.

Durante años, el litio, el más ligero y volátil de los metales, tuvo usos industriales concentrados fundamentalmente en el sector farmacéutico, el vidrio y la cerámica. Pero hoy el 25% de la producción mundial de litio se emplea para almacenar energía eléctrica, en baterías que alimentan desde teléfonos móviles a ordenadores y cámaras digitales. Esa proporción podría aumentar exponencialmente si se consolida el mercado mundial de vehículos eléctricos.

Las baterías de ión-litio acumulan tres veces más energía que las pilas de níquel. La administración de Barack Obama ha concedido ayudas por 2.400 millones de dólares a la industria del automóvil y centros de I+D de energías renovables. El objetivo es que circule un millón de coches eléctricos en 2015.

Pronto saldrán al mercado los modelos Volt de General Motors y el Leaf de Nissan, lo que puede aumentar la demanda de litio en un 40% de aquí a 2014, cuando el mercado de baterías de litio podría alcanzar los 8.000 millones de dólares. Un reciente informe de Credit Suisse anticipa un aumento de la demanda del 14% anual hasta 2020. Gran parte del boom del litio se concentrará en los altiplanos andinos de Bolivia, Argentina y Chile, que concentran el 70% de las reservas mundiales. Toyota Tsusho ha anunciado una joint-venture con la australiana Orocobre para desarrollar un proyecto de explotación de litio en Argentina con una inversión de 100 millones de dólares.

Unas 60 compañías mineras han comenzado a elaborar estudios de factibilidad en varios países que podrían conducir a inversiones superiores a los 1.000 millones de dólares en los próximos años. Desde 2005 el precio medio de una tonelada de carbonato de litio, el componente básico utilizado en baterías, ha rondado los 5.000 dólares. El consumo mundial actual de ese material es de unas 100.000 toneladas anuales.

La extracción y procesamiento del litio es un método costoso llamado evaporización. La compañía que posee la tecnología más avanzada para ese proceso es la chilena Sociedad Química y Minera, en la que la canadiense Potash tiene una participación mayoritaria. Por ahora, todas sus operaciones están centradas en Chile y Argentina. Las mayores reservas están en el salar boliviano de Uyuní –de 10.000 kilómetros cuadrados y con reservas que podrían alcanzar los 100 millones de toneladas, es decir un valor potencial de casi un billón de dólares–, pero las compañías mineras no aceptan las condiciones del gobierno de La Paz, que les exige que fabricen las baterías in situ.

Bolivia no tiene las infraestructuras suficientes –básicamente carreteras– para que la producción tenga costes competitivos en relación a Chile y Argentina, que ya representan alrededor del 50% de la producción mundial de litio. Ante la negativa de la francesa Bolloré, las japonesas Sumitomo y Mitsubishi y la surcoreana Kores a fabricar las baterías en Bolivia, el gobierno de La Paz ha anunciado una inversión propia de 902 millones de dólares en los próximos cuatro años para la explotación de los yacimientos de Uyuní y el procesamiento industrial del litio. La Corporación Minera de Bolivia ha desarrollado una tecnología y ha registrado ocho patentes para protegerla.

Para más información:

Financial Times, «Lithium: a commodity in increasing demand». Artículo, mayo de 2010.

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