Israel busca nuevas alianzas en Oriente Próximo

Julio de la Guardia
 |  28 de junio de 2016

Desde que comenzó su andadura hace ya 16 años, la Conferencia de Política y Estrategia de Herzliya ha constituido la principal plataforma para presentar nuevos proyectos políticos y lanzar globos sonda. El mayor de ellos tuvo lugar en la edición de 2004, en la que el entonces primer ministro Ariel Sharon presentó su Plan de Desconexión a partir del cual Israel retiró todas sus colonias y bases militares de la franja de Gaza durante el verano de 2005. Este cónclave –no confundir con la también anual Conferencia de Contra-Terrorismo que se celebra en septiembre– sirve también de punto de encuentro entre dirigentes políticos y expertos académicos, tanto locales como internacionales, para analizar las nuevas constelaciones regionales.

La 16ª Conferencia de Herzliya, bajo el título Configurando una nueva agenda para Israel dentro de un turbulento Oriente Próximo, dio comienzo en la residencia del presidente de Israel, Rubén Rivlin, contando con la presencia del ex secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger a modo de invitado especial. En la inauguración se dieron cita personalidades como el ministro de Educación y Asuntos de la Diáspora, Naftali Bennett (Hogar Judío), el titular del Interior, Desarrollo del Negev y de la Galilea, Aryeh Deri (Shas), y el líder de la oposición, Isaac Herzog (Unión Sionista). Durante su intervención inaugural, el presidente situó a la sociedad israelí frente a una encrucijada espacio-temporal, en la que tiene que decidir con urgencia hacia dónde quiere dirigirse, si hacia un Estado binacional –lo cual haría prácticamente imposible mantener su doble condición de Estado democrático y judío– o hacia un modelo de dos Estados, en el que los palestinos obtengan por fin su ansiada independencia. “No podemos seguir perpetuando el status quo y criar a nuestros hijos en la oscuridad de la ignorancia mutua, la desconfianza y la alienación”, espetó Rivlin a los asistentes.

A partir de ahí el evento se trasladó a su sede tradicional en el campus del Centro Interdisciplinario de Herzliya (IDC), donde tuvieron lugar mesas redondas y grupos de trabajo en los ámbitos más diversos: el papel de Irán dentro de los diferentes conflictos armados en la región y la emergencia de una “guerra fría” en Oriente Próximo; las relaciones bilaterales con EEUU; la crisis migratoria y los atentados terroristas de corte islamista en la UE; la evolución de los precios del petróleo y los nuevos yacimientos de gas en el Mediterráneo; los nuevos retos en ciberseguridad y el papel de las redes sociales; la transformación de los asuntos militares en el seno de las Fuerzas Armadas de Israel; la redefinición del marco jurídico en el caso de guerras híbridas y conflictos asimétricos, etcétera.

Más allá de todas estas cuestiones se trató un tema principal, que quedó transversalizado en muchas de las ponencias e intervenciones. En concreto, la posibilidad de que Israel establezca una nueva red de alianzas regional junto a los países “suníes moderados” –Egipto, Jordania, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos– para así hacer frente al llamado “eje chií” liderado por Irán dentro de esa nueva “guerra fría regional”. Este marco de alianzas de Israel se inspiraría históricamente en el que David Ben Gurion tejió en los años sesenta y setenta del pasado con Irán (entonces gobernado por el shá de Persia), Turquía y Etiopía, dentro de lo que se conoció como “política de la periferia”.

 

Movimientos políticos dentro de Israel

Además de por la discusión abierta sobre este posible nuevo marco de alianzas –que indirectamente sirvió para eclipsar el debate sobre la resolución de la cuestión palestina, relegada a una posición secundaria–, la 16ª conferencia será recordada como la plataforma de lanzamiento de la candidatura a primer ministro del recién cesado titular de Defensa, Moshe Yaalon. Este insistió en la necesidad de mantener y aplicar el Estado de Derecho, después de haberse visto obligado a dimitir por oponerse a la instrumentalización política de la vulneración de las reglas de enfrentamiento de las Fuerzas Armadas por parte de Benjamin Netanyahu. Y tras hacer varias reflexiones de carácter ético, anunció que en breve regresará a la arena política desde un partido de nueva creación (en el que también podrían estar el ex ministro de Educación Gideon Saar y el ex jefe del Estado Mayor Gabi Askenazi) que podría revolucionar las próximas elecciones.

Como colofón Ehud Barak, desde su triple condición de ex primer ministro, ex titular de Defensa y ex jefe del Estado Mayor, criticó enérgicamente a Netanyahu por su falta de principios morales e instó a que tenga lugar un levantamiento popular capaz de derrocar al gobierno. “Un núcleo fanático de ideología radical se ha apoderado del Likud aprovechando las lagunas existentes en la constitución del partido con respecto a las primarias y purgado su liderazgo de todos aquellos que valoran los principios democráticos más que el populismo o un logro temporal”, señaló Barak refiriéndose a la exclusión de dirigentes honestos como Benny Begin y la inclusión de ideólogos como Yehuda Glick y fanáticos como Moshe Feiglin dentro de la dirección del Likud.

Barak denunció lo que considera como un plan de Netanyahu para anexarse unilateralmente gran parte de Cisjordania, a partir de una estrategia de debilitamiento previo del poder judicial para evitar que este lo impida. “Para ellos es vital actuar con antelación y debilitar el Tribunal Supremo, disminuir su autoridad y reducir su estatus, romper la confianza de la sociedad civil, intimidar y silenciar la crítica”, puntualizó en alusión a la nueva ley de ONG. Barak llamó a congelar la construcción en las colonias aisladas y fortalecer a la Autoridad Nacional Palestina. Sugirió la aprobación de una ley para indemnizar a la población judía que sería desalojada de sus hogares y trasladada a nuevas comunidades. Esto permitiría la creación de un Estado palestino, previa anexión de los grandes bloques de asentamientos según un modelo similar al que en su momento negoció con la intermediación de Bill Clinton en Camp David en el año 2000. Según se deduce de sus palabras de apoyo a la candidata demócrata frente a Donald Trump, el plan podría contar con la intermediación de Hillary Clinton.

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