Reparto de ayuda humanitaria a antiguos residentes de Hodeida en el norte de Yemen. GETTY

La batalla de Hodeida: antes evitable, ahora inminente

Peter Salisbury
 |  25 de septiembre de 2018

Durante las últimas dos semanas, el intento de encauzar Yemen rumbo a la paz ha colapsado, detonando la que podría ser la batalla más sangrienta de una guerra que se aproxima a su cuarto aniversario. En una carta enviada al Consejo de Seguridad de la ONU el 14 de septiembre, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) anunciaron que planeaban renovar su campaña para arrancar el control de Hodeida, el puerto en la costa yemení del mar Rojo, al movimiento rebelde huzí. Esto ocurrió una semana antes de que se iniciasen las negociaciones previas de paz en Ginebra. Los huzíes han prometido combatir a las fuerzas apoyadas por los EUA hasta el último hombre.

Aunque no es inesperado, el colapso de los esfuerzos de paz es profundamente desalentador. En junio, fuerzas yemeníes apoyadas por los EAU aceptaron pausar su campaña para tomar Hodeida, primero para permitir que se negociase la retirada de los huzíes y después para que el enviado de la ONU, Martin Griffiths, dirigiese las consultas entre aquellos y el gobierno yemení reconocido internacionalmente. La pausa llegó tras aumentar la presión del Congreso de Estados Unidos –que amenazó con cortar el suministro de armas a la coalición dirigida por Arabia Saudí– y la administración de Donald Trump, que fue capaz de emplear esta amenaza para influenciar a sus socios en el Golfo. Una tragedia evitable se está volviendo inevitable, ante la ausencia de una intervención rápida y contundente de los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente EEUU.

El 8 de septiembre, representantes huzíes que esperaban viajar a Ginebra para las “charlas previas a las charlas” comunicaron al equipo de Griffiths que no vendrían. En el último minuto, exigieron ser transportados fuera de Saná en un avión omaní en vez de uno de la ONU, así como transportar combatientes heridos en su vuelo. Arabia Saudí, que controla el espacio aéreo de Yemen e intercepta cualquier vuelo no perteneciente a la ONU en el aeropuerto de la capital yemení, se negó. Con la coalición huzí intercambiando recriminaciones, Griffiths tuvo que posponer las consultar y la batalla de Hodeida continuará.

Claramente, los EUA estaban preparados para que esto sucediese. En cuanto la posibilidad de negociación se nubló, fuerzas apoyadas por los emiratíes –que habían empleado la tregua para cimentar su posición en el terreno tras una serie de tropiezos militares en la costa del mar Rojo a principios de este año– lanzaron un asalto para obtener el control de la carretera oriental que enlaza Hodeida con Saná y otros núcleos de población en las tierras altas del interior. El 12 de septiembre anunciaron que habían obtenido el control de la carretera, aunque desde entonces los huzíes han declarado haberlo recuperado. Entretanto, los EUA informaron al Consejo de Seguridad de que la única forma de lograr que los huzíes negocien seriamente es que sus aliados continúen con el asalto de Hodeida. La estrategia de la coalición parece consistir en aislar y aplastar a los huzíes y Hodeida. Pero hacerlo impedirá a millones de personas en el interior del país, muchas de ellas en riesgo de inanición, acceder a la comida y bienes básicos que arriban al puerto.

Los saudíes y emiratíes han empleado las semanas recientes cubriendo otro flanco importante en Washington. El 12 de septiembre, el secretario de Estado Mike Pompeo anunció la firma de una certificación –una condición de la recientemente promulgada Acta de Autorización de Defensa Nacional– para continuar el suministro de armas a Arabia Saudí y los EAU. El certificado anunciaba que los Estados del Golfo actúan para reducir el riesgo de daños a civiles o infraestructura civil, haciendo un esfuerzo de buena fe por apoyar las negociaciones dirigidas por la ONU y trabajando para aliviar la crisis humanitaria de Yemen. El certificado llegó tan solo semanas después de dos incidentes en los que bombarderos saudíes mataron a decenas de civiles, sugiriendo que la fuerza aérea saudí aún no ha puesto en práctica estas acciones.

 

Un inmenso coste humano

La batalla de Hodeida tendrá un coste inmenso. El combate urbano, cuando llega a este punto, es sangriento y brutal, y los 600.000 civiles de Hodeida se verán atrapados en el fuego cruzado. Ni los huzíes ni la coalición saudí han mostrado interés real en proteger a las personas normales durante los combates anteriores. El informe del grupo de expertos de la ONU en Yemen, lanzado en agosto, encontró que los ataques aéreos de la coalición han causado el mayor número de muertes civiles y que las restricciones de la coalición al acceso naval y aéreo a Yemen constituyen violaciones del derecho humanitario internacional

A medida que continúan los combates, la población de Hodeida quedará más expuesta a enfermedades prevenibles pero con facilidad de expandirse rápidamente, como el cólera. La ONU estima que cientos de miles de personas podrían morir como resultado de ello. Y cuesta imaginar cómo el combate no prevendrá la entrada de bienes básicos al puerto y su transporte al resto del país. Para los aproximadamente 18 millones de personas que viven en las áreas controladas por huzíes en Yemen, Hodeida representa el 70% de las importaciones alimentarias. Es una arteria humanitaria y comercial vital. Cualquier interrupción del suministro por combates en o alrededor del puerto, o en las carreteras que conectan la ciudad con el resto del país, podría ser mortal. Yemen lleva más de una década describiéndose como a punto de colapsar, pero la caída de Hodeida como ruta de importaciones provocaría un punto de no retorno en lo que la ONU describe como la mayor crisis humanitaria del mundo.

Todos son culpables del desenlace que se aproxima. La ONU debería haber sido consciente de que problemas logísticos que aparecieron cada vez que mantuvo negociaciones en el pasado volverían a surgir, y debería haber ultimado los detalles con anticipación. Los huzíes deberían haber sido consultados sobre los vuelos y traídos a Ginebra antes, para evitar jugadas de última hora. Aunque les gusta presentarse como víctimas y declaran que participarán en el proceso de paz si las condiciones son justas, han mandado un mensaje claro de que no pretenden negociar en serio. Al hacerlo, confirman las suspicacias de la coalición, que argumentaba que necesitaba tomar Hodeida para forzar concesiones de los huzíes y considera injustas las críticas a su intransigencia. Esto contrasta con los representantes del gobierno de Abed Rabbom Mansour Hadi, que se presentaron en Ginebra con el respaldo de la coalición. EEUU, al certificar que los saudíes y emiratíes reúnen los requisitos para recibir armamento, ha enviado el mensaje equivocado en el momento equivocado: en concreto, que la coalición puede continuar atacando Hodeida con impunidad.

Una batalla por Hodeida sería catastrófica. La mejor solución sería un acuerdo de mediación para el puerto hasta junio. Después, los huzíes ofrecerían entregar el puerto, mover sus refuerzos y cooperar con la ONU en la seguridad interna de la ciudad. Pero la coalición aumentó sus demandas, exigiendo un repliegue total de los huzíes en la costa del mar Rojo. Ante la ausencia de un acuerdo, los huzíes deberían demostrar que son capaces de actuar de buena fe y entregar el puerto a tecnócratas yemenís neutrales y la ONU. Esto rebajaría considerablemente las razones de los EAU para atacar el puerto y permitiría a Griffiths reanudar las negociaciones.

 

yemenMapa del conflicto en Yemen. Fuente: Al Jazeera.

 

Permitir que llegue la ayuda

Si no pueden alcanzar un acuerdo, los huzíes y la coalición deberían comprometerse con el paso de suministros básicos hacia las zonas más pobladas de Yemen, incluso si se desarrollan combates en la ciudad. En junio, cooperantes internacionales mencionaron reiteradamente la cuestión de la carretera Saná-Hodeida al Congreso, el gobierno de EEUU y la coalición. Recibieron garantías recurrentes de que se mantendría la carretera abierta, según uno de los cooperantes. Tres meses después, la carretera se ha convertido en la línea de frente en el choque entre las fuerzas apoyadas por los emiratíes y los huzíes, a medida que la coalición intenta rodear la ciudad.

El Consejo de Seguridad reiteró en una resolución de mayo que las hambrunas y crisis humanitarias provocadas por el ser humano pueden considerarse crímenes de guerra. El Consejo y la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, deberían especificar que el Panel de Expertos de Grupo y Expertos Eminentes bajo sus respectivos auspicios, que han sido igualmente críticos con los huzíes y la coalición, monitorizarán la batalla de Hodeida. Al mismo tiempo, Griggiths y los miembros del Consejo de Seguridad deberían trabajar junto a las agencias humanitarias de la ONU, la coalición y los huzíes para llegar a un acuerdo que consagre el puerto y la carretera norte de Hodeida, actualmente libres de combates, como espacios neutrales bajo supervisión de la ONU. El Consejo de Seguridad debería autorizar una resolución en defensa de este acuerdo, con medidas claras contra quienes lo rompan, incluidas las sanciones contempladas en la Resolución 2216, que apuntan a cualquier bando actuando en detrimento de la paz y seguridad de Yemen con castigos financieros y otras sanciones.

Los huzíes deberían ser señalados como responsables de descarrilar el proceso de paz. Censurar el grupo en declaraciones públicas al tiempo que se mantiene abierta la puerta al proceso de paz será un ejercicio complicado de equilibrismo. Grifiths, que visitó Saná el 17 de septiembre para entrevistarse con los líderes huzíes, necesita reconstruir la confianza entre ellos y la ONU, así como sus rivales de la coalición. Las críticas de EEUU y la coalición no alterarán la posición de los huzíes. Los Estados de la Unión Europea con tiene relaciones más amistosas con el grupo, así como Omán, que acoge a dañado huzíes, deben enviar un mensaje contundente de que los huzíes solo han empeorado su posición con temeridades de última hora y amenazar con cesar temporalmente los contactos con sus ya muy aislados líderes. Lo mismo debiera hacer Rusia, que se ha presentado como un mediador neutral.

La coalición también necesita ser controlada. EEUU es el país más indicado para hacerlo. Lamentablemente, al certificar el Acta de Autorización de Defensa Nacional, Pompeo cedió la ventaja negociadora que le había entregado el Congreso. La Autorización resultó demasiado débil para contener a una administración que ha decidido mostrarse indulgente con los saudíes y emiratíes. El congresista Ro Khanna ha declarado que está dispuesto a proponer un voto sobre la participación de EEUU en programas de inteligencia compartida y reabastecimiento aéreo que son cruciales para las operaciones de la coalición.

Si el Partido Democrático obtuviese el control de la Cámara de Representantes tras las elecciones legislativas de noviembre, podría convertir una legislación más exigente realidad. Si los EAU y Arabia Saudí no tienen cuidado, podrían descubrir que su alianza con EEUU y su campaña en Yemen quedan constreñidas por las restricciones que les impone el Congreso. Y si la ya probable ofensiva sobre Hodeida continúa, EEUU será responsable de fracasar usando su influencia para impedir una catástrofe humanitaria. Un resultado que Washington puede y debería querer evitar.

Este artículo fue publicado, originalmente, en la web de Crisis Group.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *