La resistencia bacteriana amenaza la medicina moderna

 |  14 de noviembre de 2014

En abril de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó por primera vez Resistencia a los antimicrobianos: informe mundial sobre la vigilancia. Con los datos de 114 países, es el estudio más completo sobre la resistencia bacteriana que se ha hecho hasta la fecha. Para su elaboración, la OMS tuvo que enfrentarse a las carencias de los sistemas sanitarios mundiales en cuanto a seguimiento y monitorización, por lo que tiene importantes deficiencias de información sobre la magnitud  del problema. Aún así, los datos y conclusiones son preocupantes. La OMS es clara en su diagnóstico: la resistencia a antibióticos es ya un peligro real que amenaza la funcionalidad de la medicina moderna.

 

Antibióticos y el salto en la esperanza de vida

Los antibióticos son unas sustancias químicas, naturales o sintéticas, que matan o impiden el crecimiento de ciertos microorganismos, generalmente bacterias. Junto a las vacunas, los antibióticos permitieron el desarrollo de la medicina tal y como hoy la conocemos. Han conseguido controlar la mayoría de las enfermedades infecciosas, reduciendo su mortalidad en más de un 90%. Si en 1990 en Estados Unidos las tres primeras causas de muerte se debían a enfermedades infecciosas, en 1997 ninguna lo era. Los antibióticos han aumentado la esperanza de vida media de la población en casi 30 años.

¿Pero qué es la resistencia microbiana? ¿Es un fenómeno nuevo? La resistencia es simplemente la capacidad de un microorganismo a resistir los efectos de un antibiótico. Es un fenómeno normal, consecuencia de la selección natural. Los microorganismos mutan constantemente forzados por la presión del ambiente y se perfeccionan, consiguiendo resistir lo que antes acababa con ellos. El problema es que el uso masivo de antibióticos, ejerce una gran presión sobre los microorganismos, acelerando el proceso de resistencia y propiciando la aparición de bacterias multirresistentes o superbacterias. La mayoría de estas superbacterias se encuentran en centros sanitarios, pero están apareciendo cada vez más casos fuera de ellos.

 

Amenaza de salud global

La bióloga molecular Bonnie Bassler afirma que cuando se empezaron a producir antibióticos a escala industrial tras la Segunda Guerra mundial la esperanza y calidad de vida aumentó de forma acelerada y nadie pensó que las bacterias se harían resistentes a las medicinas. Sin embargo, el uso de antibióticos para combatir infecciones menores y virus, la interrupción de un tratamiento por sentirse bien o por falta de medios económicos, o la utilización de antibióticos de amplio espectro en vez de espectro reducido son las causas que han precipitado la situación actual.

Pero además, como señala Rafael Cantón, los antibióticos también destruyen la flora beneficiosa que puebla nuestro intestino, fomentando un desequilibrio de los microorganismos que lo habitan, razón principal del aumento de enfermedades como la candidiasis. En algunas regiones de África, hasta un 80% de las infecciones por S. aureus son resistentes a la meticilina, y en América esta resistencia puede alcanzar el 90%, lo que significa que el tratamiento con los antibióticos habituales no funciona. En Austria, Australia, Canadá, Eslovenia, Francia, Japón, Noruega, Reino Unido, Suráfrica y Suecia se ha comprobado la ineficacia del tratamiento de la gonorrea con cefalosporinas de tercera generación, el último recurso terapéutico posible. Se calcula que cada año contraen esta enfermedad unos 106 millones de personas.

Los movimientos internacionales de personas cada vez más frecuente permiten también la propagación de microorganismos resistentes. Además, se observa una vinculación más estrecha entre el desarrollo de la resistencia y la administración de antibióticos en los animales destinados al consumo humano, introduciendo estos agentes patógenos en la cadena alimentaria. Un caso de éxito en este campo es el de Dinamarca, que a pesar de aumentar desde 1990 un 50% la producción de cerdo, ha reducido en un 60% el uso de antibióticos en los animales.

Por otro lado, están las empresas farmacéuticas, que nunca se salvan de la crítica. La OMS alerta de prácticas publicitarias muy peligrosas para la salud humana al promocionar el uso de antibióticos. La premio Nobel de Química Ada Yonath afirma que las farmaceúticas no invierten en nuevas generaciones de antibióticos, porque son poco rentables, ya que deben ser utilizados de manera esporádica y en contadas ocasiones, al contrario que otras medicinas más lucrativas, como las que tratan trastornos crónicos.

Si no se toman medidas urgentes y coordinadas, la OMS advierte que el mundo está abocado a una irreversibilidad de la resistencia bacteriana. La directora de la organización, Margaret Chan, es contundente: “algunos expertos dicen que estamos volviendo a una era preantibióticos. No. Esta será una era postantibióticos. En términos de reemplazo de antibióticos, la fuente está prácticamente seca. Esta era significa el final de la medicina que conocemos. Cosas tan comunes como una faringitis o un rasguño en la rodilla de un niño podrían volver a matar”.

Por Alejandra Hidalgo Más, internacionalista.

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