Marihuana legal: ¿Hacia un nuevo paradigma?

 |  4 de enero de 2014

33.000 dólares en 24 horas. Es la media de ingresos generados durante la inauguración de cada una de las 30 tiendas de productos cannábicos en Denver, en el Estado americano de Colorado, que desde el 1 de enero permite la venta y posesión de marihuana. La droga, cuya legalización se aprobó en un referéndum popular en diciembre de 2012, se vende ya en tiendas especializadas, pero también puede ser cultivada en casa: actualmente se permite el cultivo de hasta seis plantas y la compra de hasta 25 gramos de marihuana por residente del Estado (7 para los que no lo sean). Con esta medida, Colorado se desmarca de la “guerra contra las drogas” que libra el resto de Estados Unidos, reprimiendo y criminalizando tanto su venta como su consumo.

Los motivos para legalizar la marihuana son abrumadores. En primer lugar, el enfoque vigente hasta la fecha constituye un fracaso sin paliativos. Estados Unidos gasta 50.000 millones de dólares anuales en la War on Drugs sin lograr avances en la lucha contra el narcotráfico. Pero la población americana sufre las consecuencias de esta guerra: 750.000 personas fueron arrestadas en 2013 por venta o posesión de marihuana, y la comunidad afro-americana se ve duramente golpeada por una regulación discriminatoria. El resultado es un récord mundial en número de reclusos, tanto en términos absolutos como per cápita. Ante semejante panorama salta a la vista un hecho avalado por la enorme mayoría de profesionales sanitarios, y que a estas alturas debiera resultar evidente: el consumo desmedido de drogas no constituye un crimen, sino un problema sanitario y psicológico.

El segundo argumento a favor de la legalización es económico. Con esta medida Colorado espera generar un volumen de negocio de 418 millones de euros, 49 de los cuales serán recaudados por el gobierno local en forma de impuestos. Debidamente regulado, la venta de estupefacientes puede pasar de ser una sangría para las arcas públicas a generar ingresos.

El tercer y último argumento es sanitario. En primer lugar están las propiedades medicinales del cannabis, ampliamente reconocidas. La marihuana actual es cinco veces más potente que la que se consumía en los años 60, pero no deja de ser una droga  menos dañina que el alcohol, tanto para sus usuarios como para las personas que los rodean. La legalización permite a los toxicómanos tratar su adicción de manera más humana y eficaz que la represión y la criminalización. Este concepto es el que late detrás de la legislación portuguesa, que desde 2001 descriminaliza el consumo de drogas. La ley, aprobada como consecuencia del aumento del consumo de drogas tras la Revolución de los Claveles –similar al que tuvo lugar en la España posfranquista–, limita la penalización por la posesión de drogas a multas económicas.

Pero Portugal y Colorado no están solos en su apuesta por una regulación alternativa. El caso más conocido es el de Holanda, que permite el consumo de cannabis en locales de fumadores, pero no su posesión y consumo. El Estado de Washington se ha sumado a la iniciativa de Colorado, y en 2013 Uruguay se convirtió en el primer país del mundo que permite el consumo y venta de cannabis. “La ley intenta una regulación, no es que sea un viva la pepa”, aclara su carismático presidente, José Mujica. Incluso su homólogo americano, Barack Obama, ha dejado claro que la criminalización del consumo de marihuana no se encuentra entre sus prioridades, y el gobierno federal colaborará con los estados que legalicen en la medida de lo posible.

Todo esto sugiere que iniciativas de este tipo se volverán frecuentes en el futuro. La despenalización de la marihuana cuenta con un creciente número de defensores destacados: desde la Comisión Global de Políticas contra la Droga de la ONU, personajes de la talla de Kofi Annan, Fernando Henrique Cardoso, Javier Solana, y Mario Vargas Llosa han defendido medidas como las que están siendo aplicadas en Uruguay y Colorado.

España, a pesar de todo, avanza en sentido contrario. El partido del gobierno se atiene al eslogan atribuido a su fundador, “Spain is different”. La futura Ley para la Protección de la Seguridad Ciudadana de Alberto Ruiz-Gallardón ahondará en la senda del excepcionalismo español, triplicando las multas por consumo de estupefacientes. Sin embargo, España continua siendo uno de los mayores productores europeos de marihuana, y cuenta con un clima ideal para su cultivo. Un gobierno con amplitud de miras ya estaría dando los pasos necesarios para desarrollar una industria del cannabis con valor añadido, capaz de exportar en el futuro el valor de esa Marca España que tanto gusta de promocionar.

 

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